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Roscas de pascua

05/04/2023
 Actualizado a 05/04/2023
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Cientos de gorriones se alzaron de las vides volando en desbanda cuando me detuve en el camino que llegaba a la viña, pajarillos que esta mañana han sido metáfora de los «ruidos secundarios».

En esta guerra sin cuartel que se libra contra toda posibilidad de pensamiento, de que pensemos, el ruido y la velocidad son dos de las armas más mortíferas que maneja el enemigo. Pero no nos rindamos antes de haber luchado, no asumamos la derrota sin habernos convertido en guerrilla. No nos asuste el tamaño de Goliat, en nuestras manos está la honda de David y al alcance tenemos dos piedras certeras que harán tambalearse a los filisteos: el silencio y la quietud. Lancémoslas. Saldrán huyendo.

No nos confiemos, volverán con otros tanques, nos atacarán con el ‘multitasking’, la multitarea, convenciéndonos de que seremos mejores, más productivos si somos capaces de hacer varias cosas al mismo tiempo, nos llevarán al lugar de la emboscada ofreciéndonos suculentos bonos por objetivos cumplidos. ¿Qué pretenden? Muy sencillo, evitar que nos concentremos, deshumanizarnos, que hagamos como hacen las máquinas, automáticamente, despreciando, no apreciando, los detalles, su objetivo es destruir nuestra capacidad de concentrarnos, porque sin ensimismarnos sin quietud sin silencio son escasas las opciones de que pensemos. No nos rindamos, seamos valientes, que no nos desmoralice la visión de sus ejércitos conformados ya por muchos de los nuestros. Podemos vencerlos. Alcémonos rebeldes haciendo solo una cosa en cada tiempo.

Esta tarde yo doy la batalla incruenta haciendo roscas de pascua con mi madre. Nada más. Los dos en la cocina. Ella estira la masa y con un vaso saca de ella la forma de las roscas. Yo las coloco en las bandejas y las voy completando. Con un tapón de una botella de Faustino V les hago un centro y con unas pinzas las maquillo con tres cejas. Estamos concentrados en lo que hacemos, sin urgencias y la conversación se hace de silencios que nos traen historias del pasado, recuerdos, olvidamos incluso el minutero para medir el tiempo. Vamos venciendo. Aflora un pensamiento. Hechas con la misma masa, recortadas con idéntico círculo, todas vaciadas en el centro y adornadas con sólo tres pellizcos, ni siquiera las roscas son iguales, cada una es diferente a las demás, ninguna es repetida, todas son únicas.

Y la semana que viene, hablaremos de León.

Ps: Felicidades, querido Mario.
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