26/09/2023
 Actualizado a 26/09/2023
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La gente sensata y entendida es consciente de que en España estamos viviendo uno de los momentos más graves de los últimos años, desde la transición. Entre tanto la gran mayoría de los españoles sigue sin enterarse, como aquellos integrantes del crucero que bailaban alegremente, mientras se hundía el Titanic. Pero es que la situación, además de dramática, es ridícula.

El perdedor de las elecciones es el que en realidad gana y el ganador es el que a la hora de la verdad pierde. Nunca jamás habíamos tenido un gobernante tan mentiroso y, sin embargo, son muchos los que le creen. Los españoles que no son independentistas votan de tal manera que parte de nuestros impuestos vayan a parar a los que se ríen de nosotros y nos desprecian.

La clave para decidir quién va a presidir un gobierno la tiene un delincuente, un prófugo de la justicia, un golpista, ante el cual se arrodilla la vicepresidenta del gobierno. ¿Acaso no hizo el ridículo Yolanda en Waterloo? Y a los que se manifiestan civilizadamente les llaman golpistas.

Nunca la oposición había tenido tantos argumentos para vencer al adversario y sin embargo éste se siente más fuerte que nunca. Parece imposible que los padres fundadores, véase González, Guerra y otros muchos, sean los principales críticos de su partido. A pesar de todo, lo siguen votando.

Las encuestas más fiables daban mayoría absoluta, eso sí, con el apoyo de Vox al PP, acertando en las municipales y autonómicas y Feijóo, de cara a las elecciones nacionales, hace propaganda en contra de los únicos dispuestos a apoyarle. Por otra parte el PP siempre dijo que era defensor de la vida y recurrió la ley del aborto ante el Tribunal Constitucional que ahora vota contra este recurso. Y Feijóo se alegra. No sabemos si por táctica o por convencimiento está de acuerdo con la ley de plazos, olvidando que eso le ha hecho perder cientos de miles de votos.

La economía, digan lo que digan, va muy mal para cientos de miles de familias, pero como nos dicen que va bien, mucha gente se lo cree, aunque esté arruinada. En lugar de tomar en serio los problemas de cada día, de la cesta de la compra, de la vivienda, de la educación de los hijos, del tema del agua, de las empresas que cierran, de la crisis de muchas industrias que ven mermadas sus exportaciones, de la subida de impuestos, nos pasamos el tiempo pendientes de Puigdemont o del beso de Rubiales… sin saber a dónde han ido a parar los millones de euros que nos ha dado Europa para potenciar y aliviar nuestra economía. Ridículo.

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