29/12/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Comer en comunidad, todo el pueblo junto, es una inveterada costumbre en Vegas. Se hacía varias veces al año, con las excusas más serias o las más peregrinas. Al terminar la ‘cendera’ de la Presa Grande, el síndico invitaba a todos los que se habían dejado el lomo durante todo el día a un escabeche de chicharro con cebolla y vino a esgalla. La cosa se completaba, casi todos los años, con un ‘aluche’ entre los más fuertes de los mozos y de los no tan mozos.

Luego, por pascua, se juntaban a cenar todos los miembros de la ‘cofradía de la Buena Muerte’ y la cosa acababa, generalmente, como el rosario de la aurora, hasta tal punto que un año en el que el desmadre fue superior, se tomó la sabia decisión de cancelar el evento. Por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos se ponen gordos y canta el ruiseñor, en la romería de las Vírgenes de Villasfrías, era menester comer en la pradera de la ermita unas alubias con rancio que sabían a gloria. Andando el tiempo, un día, se decidió hacer una paella por su sitio el día de Santiago. Tal fue el éxito de la cosa que los cocineros que la elaboraban fueron contratados, como los cantantes o los toreros de postín, para hacerla en muchos pueblos de la comarca y aún más lejos. Se han llegado a repartir 1.000 raciones de la dichosa paella bajo el sol abrasador de un mediodía de julio en el campo del ‘charco’. Nos mola eso de comer todos juntos, mayormente para criticar al abusón que lleva un caldero para que se lo llenen de alubias con la excusa de que es para toda la familia. ¡Quia!, tonterías: se lo zampa el susodicho, que ha habido casos de espionaje para pillarlo con la cuchara en la boca hasta arrebañar todo el condumio. Mola criticar, porque une mucho poner a parir a los incautos que son tocados por la vara del destino, que, entre nosotros, solemos ser siempre los mismos.

El día de San Esteban Protomartir, patrón de la iglesia de Vegas, se ha puesto de moda desde hace ya varios años hacer un cocido.

El cocido, plato estrella en la gastronomía de este país, (además de plato de supervivencia de la mayoría de los españoles en las etapas más negras de nuestra negra historia), proviene, seguramente, de la cultura sefardita. Los judíos patrios, al prohibirles su religión hacer nada de nada el sábado, su día sagrado, se arreglaban el condumio con un pote que dejaban cocinar, a fuego lentísimo, toda la noche. En la cocina sefardita se llama a este plato ‘adafina’. Es, la adafina, un cocido como el actual, pero en vez de utilizar carne de cerdo, (que lo tenían prohibido por su fe al ser un animal impuro), se arreglaban con carne de cordero o de ternera o vaca. Por lo demás, los mismos ingredientes: garbanzos, berzas y nabos, relleno y con el caldo sobrante, sopa.

El lunes pasado, en el cocido de San Esteban, a los de la Junta Vecinal de Vegas, que son los que pagan la historia, amén de dejar los garbanzos como siempre, duros como perdigones, (corren rumores de que han llegado a un acuerdo con el gremio de dentistas para ir a pachas en las ganancias), se les olvidó hacer el relleno, tremendo desatino, desvarío que prevé un cataclismo de incalculables proporciones. ¿Cómo demonios se puede dar, en Vegas, un cocido sin relleno? Es de locos. Reconozco, no obstante, que hacer relleno para doscientas personas es asunto trabajoso y pesado y entiendo que les costase mucho tiempo y energía. Un relleno lleva miga de pan, ajo, perejil y huevo batido. Se hace una especie filete ruso o hamburguesa con esa masa, se fríen, y cuando empieza a hervir la sopa, se le añaden los rellenos fritos hasta que la pasta esté cocida. Se retiran y se sirven con la ración. Es lo que comen los ángeles en el cielo los días de fiesta, y no exagero. Como veis, un trabajo ímprobo. Pero no tiene perdón el olvido.

Los miembros, (sólo miembros porque son hombres) de la Junta Vecinal de Vegas son cuatro y los cuatro son amigos míos, a los que quiero y aprecio. No deseo que tomen estas cuatro letras como si fuera un ataque personal hacia ellos. No lo es. Bastante hacen con hacerlo, con dar de comer a doscientos hijos del pueblo que esperan el cocido con alegría y hambre. Pero deben, el año que está a punto de entrar, hacer el dichoso relleno. Si no, no es un cocido como Dios manda y ordena que debe de ser un cocido. Si tienen problemas de personal para hacerlo, que no se apuren: me ofrezco voluntario para tan laborioso trabajo. Queda dicho.

Salud y anarquía.
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