01/05/2025
 Actualizado a 01/05/2025
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No hace tanto tiempo que nos descojonábamos de aquel famoso kit de supervivencia que presentó la Comisión Europea. Las guerras, la inestabilidad global, los gorilas que llegaban al poder… Tal vez se expusiera como una exageración que tenía como fin abrir las mentes de sus ciudadanos, exponerles al miedo del fin. Cierto es que les faltó recomendar aquel detallado y verosímil libro de Max Brooks, ‘Guía de supervivencia zombi’. Nos lo tomamos a guasa, comunicadores y comunicados, con memes y asegurando nuestra falta de vulnerabilidad como algo dado. Todo aquello que no vemos o no vimos es improbable. Todo lo que tenemos es imposible perderlo. Todo lo que queremos es nuestro.

El día del apagón ese todo se fue al garete porque falló la electricidad de un país. Algunos sentimos el apocalipsis en el cogote por la incomunicación casi absoluta. Fue una de esas recomendaciones del kit lo que salvó del aislamiento medieval; el único medio capaz de sobrevivir, de llegar a cada rincón aunque se produzca el colapso. Llevan pronosticando la muerte de la radio desde el nacimiento de la televisión y todos esos agoreros siempre se quedan con la palabra en la boca. La radio lleva soportando todos los progresos e invenciones tecnológicas, e incluso superándolas. Nadie ha podido acabar con ella porque ha demostrado tener una fuerza comunicativa que ninguno de los venideros ha podido replicar.

Cuando nada funcionaba, la desconfianza e incertidumbre dominaban las cabezas, la radio permaneció, como ese que nunca falla, como el amigo a perpetuidad. La sociedad se ha ido perdiendo en podcast, videos e internet, mientras el producto original seguía con su trabajo. Y cuando nos vimos en un apagón propio de película apocalíptica, cogimos las pilas y aquel transistor para simplemente escuchar. Cuando investigábamos que estaba sucediendo buscando un hilo de cobertura, era la radio la que sonaba en el coche. Ella, y solamente ella, fue la fibra de esperanza y conexión con la realidad de lo que estaba sucediendo. La radio nunca se irá porque es un bien de primera necesidad.

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