Mientras los posados robados, los retrato-pies y las gruesas lecturas playeras de quien jurarías que no ha leído más de tres líneas seguidas en su vida inundan nuestras redes sociales, la vida terrenal con sus miserias, contradicciones, pactos, intrigas y demás ilusiones sigue ahí en agosto, no para nunca aunque nos empeñemos en construir una realidad a demanda en la que nos imponen una actualidad que debiéramos seguir las atrevidas a las que nos dejan plasmar nuestras cavilaciones de vez en cuando en el periódico. Sin duda el culebrón del verano en España este año se ubica en Tailandia, la historia de terror tiene todos los ingredientes necesarios para desatar el morbo que garantiza el entretenimiento veraniego y suscitar los comentarios más variopintos. Nadie, o muy pocos, repara en todas las personas que han sufrido, sufren y sufrirán el sistema penitenciario de un país que no respeta los derechos humanos o en cómo somos capaces de victimizar a alguien que consideramos «de los nuestros» restando importancia a que pueda haber sido capaz de asesinar y descuartizar a otra persona.
No parece estar tan de actualidad el terrorismo machista, estremece que pase delante de muchos ojos con indiferencia. Tres asesinadas en 24 horas, este verano ya supera al anterior en violencia machista. Junio, julio y agosto de 2023 ha registrado 14 casos mortales sin haber acabado el mes. Mientras tanto, el partido que niega la violencia estructural contra las mujeres entra en las instituciones a golpe de firma de acuerdos que eliminan las instituciones que trabajan para disminuir esta violencia que acaba en asesinato y alimenta discursos que envalentonan a los violentos. Maldita sea la violencia contra las mujeres en todas sus formas y los canallas que la ejercen, parafraseando a Anguita hablando sobre las guerras. Algo que no deja de sorprenderme, independientemente de la época del año, es la capacidad de autoengaño y de dejarse engañar voluntariamente del ser humano, porque sí, porque la verdad es incómoda, porque opinar como la mayoría es más fácil y si además de mis opiniones se presupone mi nivel socioeconómico pues mejor… Explíquenme, por favor, cómo por ejemplo en la costa del adobe puede suscitar tanta preocupación el destino de Puigdemont (que ha vuelto a regresar a nuestras vidas), por encima de la sequía que desertiza territorios en una evolución sin retorno, de si se consolida la revalorización de las pensiones con el IPC (en uno de los territorios más envejecidos de España), de la pérdida de población o de la inversión en sanidad pública.
No es mi intención decir (oh sacrilegio) que no importa la unidad territorial de España, importa, sobre todo en lo que se refiere a la convivencia pacífica en Cataluña y otros territorios en los que España conoce el horror del terrorismo, defendamos la paz, el diálogo y la convivencia pacífica con uñas y dientes, nos va la vida en ello. Sólo quiero mostrar mi incomprensión a lo que mayoritariamente capta nuestra atención y acapara nuestras conversaciones, supongo que los problemas lejanos nos hacen olvidar los propios y que dirigir nuestra opinión mueve dinero, ese que hace girar el mundo. Lo que un día es actualidad como la guerra en Ucrania, la terrible escalada de violencia y asesinatos en Ecuador o la tortura de las mujeres afganas a manos de los talibanes, poco a poco se diluye aunque el drama continúe pero tampoco me hagan demasiado caso…hoy es 15 de agosto.