Quise escribir hoy porque durante el tiempo ocupado en ello me aíslaría de la ola de buenismo que me invade y, de paso, me desahogaría. Hasta me esperanzaba en encontrar algún lector que compartiese mi resignada desafección a estos festejos mercantil religiosos, aun a riesgo de que alguna amistad -o berzas o solo conocimiento- se diese por aludido por el título o reciente efusión felicitadora y mi citada aversión.
No me iba a poner puritano, porque no lo soy, por más que estos festejos, a los que aún hay quien dice navideños, como creo ha quedado patente, me parecen un verdadero peñazo. Peñazo y de los gordos; de los de la variedad insoportable si no los enfrentase con igual disposición, pero aumentada, con que uno ve, escucha o lee teatro y humor del absurdo; del gran absurdo del mundo y de la vida.
Porque no me dirán que no es absurdo ver a alcaldes de vario tinte compitiendo por el número de bombillas con que animar la cosa hipnótica mercaderil; o a ciertos personajes de dudosa calaña hablando de la navidad, la paz y lo que haga falta cuando es manifiesta su xenofobia; o a uno mismo con la mano estrechada o siendo palmeado efusivamente en la espalda por la mano de quien la lengua, no ha mucho y sin sexo previo (que ya les vale), te ha puesto a parir. Y ya no digamos de los varios consumos ¿responsables? Ni que estuviésemos pasando hambres insaciables el resto del año (más barato por cierto); o escasez o penurias en miles de necesidades. ¡Ay, cómo entramos al trapo! ¡Qué raza tenemos!
Pero he aquí que, mientras acidulaba el texto pensado, en un, digamos, recreo (cualquiera pone pito delicioso) voy y en uno de mis escarceos por internet descubro y escucho este maravilloso villancico del maestro (crece mi esperanza) y cantautor bañezano Jesús Ramos Díez, cuya letra dice: “25 de diciembre/ de un año sin nombre/ que pronto se va./ Queridos magos de oriente/ por siempre Melchor, Gaspar, Baltasar:/ Este año os pido ropa/ y un balón para jugar;/ Algún libro no muy grueso/ y maquinillas de afeitar;/ juguetes para los pequeños/ y un vestido para mamá,// Y dadle pan al que tiene hambre/ y hambre a quien tiene pan.// 25 de diciembre… Melchor, Gaspar, Baltasar:/ Saludad de mi parte/ al niñito del portal;/ decidle que acabe los odios/ del que mata por detrás;/ de aquellos que hacen la guerra/ en la calle o en el hogar./ 25 de diciembre…”. ¿No me digan que no es precioso?
Tranquilidad, en enero, todos ecotodo de toda la vida. ¡Qué peñazo!
¡Salud!, y buen año hagamos y tengamos.

¡Qué peñazo!
25/12/2019
Actualizado a
25/12/2019
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