Cuando he degustado pulpo en nuestra tierra me ha sorprendido su excelsa preparación, perfecta cocción, así como su aliño. ¡Genial!
No hace mucho, he leído que fue precisamente en El Bierzo, concretamente en la Feria del Espino, ergo en León, donde comenzó el recorrido gastronómico este colosal molusco preparado «a la feria». Aunque, también sabemos, en algunas rutas arrieras, léase Lugo, Villafranca del Bierzo, Cacabelos, Ponferrada, Astorga o Benavente, el consumo masivo de este apreciado plato era y es habitual en todo momento y celebración.
La RAG (Real Academia Gallega de la Lengua) nominó en su día el cefalópodo como «polbo», tal vez por afinidad con la lengua de Saramago o Camões y no por la etimología del castellano, puesto que aquí eso del polvo, acepciones incluidas, tiene significados distintos y distantes como el polvo del camino y otros similares más cercanos a lo sexual que a las cosas de comer.
Hace poco veía en un pueblo de talla y fama internacional por su feria, sita en el interior de Galicia y provincia de Orense, que preparaban un enorme plato de pulpo en un intento por entrar o figurar en el Libro Guinness donde en las camisetas de los señores que lo manipulaban se podía leer con claridad: «pulpeiro», ¡y no «polbeiro» que tendría connotaciones interpretativas!
Creo que la RAG haría bien «darle una pensada a su palabro», y dejar el pulpo en lo que es y… al polvo también.
Y hablando de camisetas: recuerdo la camiseta mechendera puesta a la venta por la comisión de fiestas del 2025 que lleva impreso ABELGAS, y en un «idioma» fácilmente identificable como es el pastoril: BEEEBEEERRR… Enhorabuena. ¡Felices fiestas!, mechenderos.
Ya lo dijo Confucio: «Los que poseen el espíritu de discernimiento saben cuánta diferencia puede mediar entre dos palabras parecidas, según los lugares y las circunstancias que las acompañen». Salud.