Cristina Vega 2

Puertas al campo

12/12/2023
 Actualizado a 12/12/2023
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Por fin, tras meses de debate, la Unión Europea aprueba la primera ley de inteligencia artificial del mundo. Hace unas semanas me hice eco de una reunión de ministros que tuvo lugar en León para tratar, entre otros temas, la necesidad de una normativa al respecto. El acuerdo ha costado varias semanas de negociación y aún tardará en hacerse efectivo.

Muchas voces se han alzado reclamando un freno, o unos límites, a esta tecnología. Los expertos advierten de su potencial peligro, porque no se tiene una idea clara de hasta dónde se va a llegar con su avance.

También se hace patente el temor de diferentes profesionales que sienten que sus trabajos se ven amenazados por aplicaciones, programas, etc, que se desarrollan a una velocidad vertiginosa. Hay quien lo ve como una herramienta que nos proporcionará una valiosa ayuda, que las personas somos insustituibles y opina que lo demás solo son exageraciones. Sin embargo, la duda está sembrada. La inteligencia artificial ha venido para quedarse, ya está muy presente en la actualidad y es obvio que va a marcar nuestro futuro. Aunque en realidad no hubiese nada que temer, pienso que el hecho de que la tecnología se ocupe de casi todas las funciones que hasta ahora desempeñamos nosotros puede volverse en nuestra contra. Se alcanzará un punto en el que seremos completamente dependientes, nos resultará complicado realizar la mayoría de los procedimientos manuales. ¿Eso no nos atrofiaría, no nos debilitaría?

Y al ritmo que evoluciona, tal vez ese punto no esté tan lejano. Además, podríamos vernos sometidos a un estricto control. Sí, más aún.

Por eso urge establecer reglas para su uso. Por ejemplo, uno de los puntos de la ley señala la obligación de especificar si un texto, canción o fotografía se han generado con inteligencia artificial y respetando los derechos de autor. Menos mal, al menos podremos distinguir lo real de lo artificial. Por ahora.

Me temo que legislar sobre esto sea como intentar ponerle puertas al campo.

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