Más de trescientos metros de largo, y como tres de ancho, tiene ‘La Puente del Passo Honroso’ –así figura en un cartel–, que salva el río Órbigo a su paso por Hospital de Órbigo, uniendo esta localidad con la de Puente de Órbigo; y cuenta con nada menos que diecinueve ojos –de diferentes épocas y estilos–, aunque cuando me acerqué por allí, en verano, solamente pasaba agua por dos ellos. También es cierto que antes de construirse el embalse de Barrios de Luna su caudal era mucho mayor…
Su construcción se remonta al siglo XIII –aunque su origen hay que buscarlo más atrás, tal vez en tiempos de Roma– y, a lo largo del tiempo, ha sido, no solo lugar de paso de miles y miles de peregrinos camino de Santiago, o emplazamiento estratégico en tal o cual guerra, sino también, a buen seguro, escenario de confidencias de todo tipo y episodios amorosos de vecinos y forasteros.
Por amor, precisamente –ya lo sabes–, ha pasado este puente a la historia. El que profesaba, allá por el siglo XV, un caballero leonés, Suero de Quiñones, hacia Leonor de Tovar. Por ella había prometido ayunar los jueves y llevar una argolla de hierro al cuello; y, para poder liberarse de tal promesa, propuso al rey Juan II de Castilla en 1434 –que era año santo jacobeo– batirse en duelo, acompañado por nueve caballeros más –sus nombres figuran, desde 1951, en uno de los dos monolitos que flanquean el acceso al puente desde Puente de Órbigo– con todo caballero que se dispusiera a cruzar el puente, romper 300 lanzas –tres por adversario– y peregrinar después a Santiago. Desde 1997, las ‘Justas Medievales del Passo Honroso’ lo recuerdan cada año en una multitudinaria cita que te ‘traslada’ a la Edad Media.
Mañana se cumplirán 85 años desde que, el 24 de octubre de 1939, el puente –uno de los más emblemáticos de esta tierra–, fuera declarado monumento histórico-artístico. Y una buena manera de conmemorarlo es, naturalmente, acercarte hasta allí. Afortunadamente, hoy no hay que combatir con nadie para cruzar…