¿Pueblo necio e insensato?

No es exagerado decir que España es el mejor país del mundo, por su situación, por su belleza, por su historia… A la muerte de Franco el pueblo y los políticos han dado muestras de enorme sensatez, haciendo posible una transición ejemplar.

Ahora bien, ¿se puede decir que el pueblo español en estos momentos es un pueblo sabio y sensato, y que las nuevas generaciones han sabido administrar esta herencia? Habrá de todo.

No obstante, hay que decir y no sin tristeza que no han faltado momentos en que una gran mayoría ha dado pruebas de necedad e insensatez, de dejarse manipular y engañar… Claro que tampoco han faltado ni faltan expertos en la mentira, en la manipulación y en la demagogia.

Nos vienen a la memoria algunos de estos tristes momentos, como la cruel oposición que se hizo a un político tan ejemplar como Adolfo Suárez.

Otro ejemplo bochornoso fue la manipulación y el aprovechamiento de una desgracia como la producida porque unos vendedores ambulantes distribuyeron un aceite contaminado para derribar al gobierno de turno.

Lamentable ha sido el caso del petrolero Prestige, cuya gestión fuera cual fuera sería aprovechada para culpabilizar al gobierno de Aznar.

¿Habría pasado lo mismo si gobernara la izquierda?

Dígase otro tanto de segunda invasión de Irak. Cuando se invadió por primera vez, gobernando Felipe González, nadie protestó, a no ser Juan Pablo II, a quien nadie hizo caso.

En la segunda invasión, aunque España no participara directamente en la guerra, ya sabemos lo que pasó, porque gobernaba la derecha.

Pero uno de los momentos más vergonzosos de la historia de España fue la reacción del pueblo ante el atentado del 11 M, con doscientos muertos, en víspera de unas elecciones, pues cambió el sentido de su voto, dando la razón a los supuestos terroristas, justificando su presunta indignación por la foto de las Azores. Por cierto, poco o nada se sabe de su autoría.

En la política suele hacerse realidad aquello con lo que Lope de Vega se defendía de sus adversarios que criticaban la falta de calidad de su obra: «Si el vulgo aplaude, es justo hablarle en necio para darle gusto».

Ojalá este pueblo no caiga en el error de suicidarse políticamente.