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Protagonistas los jóvenes

09/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Es probable que un tanto por ciento muy elevado de jóvenes, de los cuales la mayoría habrán trasnochado alguna de las noches de este fin de semana, como cada fin de semana, divirtiéndose para luego dormir plácidamente la mañana del domingo, no se hayan enterado de que en Roma el Sínodo de los Obispos está pensando casi constantemente en ellos a lo largo de estos días.

No hacen falta muchos argumentos para ayudar a comprender que el futuro de la humanidad está en manos de los jóvenes. También el futuro de la Iglesia. Y ello a pesar de que, como decía Bernard Shaw, la juventud pudiera ser considerada como una enfermedad que se cura con el tiempo. Ciertamente parece un poco exagerado considerar esta etapa de la vida, al igual que la adolescencia, como una patología. Tal vez lo que convendría resaltar es que, en cuanto que se trata de un proceso de maduración, lo ideal es que, superada esta fase de la vida, se alcance la madurez. De ahí que resulta preocupante la excesiva prolongación de la adolescencia de tal forma que muchas de las personas que cronológicamente se encuentran en la edad adulta, incluidos muchos padres y madres de familia, se siguen comportando con la inmadurez propia de los adolescentes. Esto afecta a muchos campos, pero muy especialmente al religioso y moral. Quienes algún día fuimos adolescentes hemos pasado por esa etapa en la que lo criticábamos todo y pensábamos que lo sabíamos todo, y que los mayores estaban muy equivocados y anticuados.

Es la etapa en la que uno se vuelve muy crítico con los temas religiosos y para muchos supone el abandono de la Iglesia y también de la fe. Lo malo es cuando deja de ser una crisis pasajera que no llega a superarse. Y por eso decimos que hay padres y madres que siguen con mentalidad adolescente con la consiguiente repercusión negativa en sus hijos. Si a esto añadimos que la ansiada libertad que consiguen los jóvenes no tiene límites morales, añadido todo esto al ambiente no siempre ejemplar que nos rodea y a las influencias no siempre positivas de las nuevas tecnologías... la cosa se agrava.

A pesar de todo la Iglesia apuesta por los jóvenes y por eso el Papa Francisco ha querido dedicar a ellos el presente Sínodo de los Obispos que se celebra en Roma del 3 al 28 de Octubre. No seamos ingenuos, no hay otro Salvador más que Jesucristo. Cuando los jóvenes, aun los más perdidos, se han dejado seducir por Él, sus vidas cambian totalmente. Ni la droga, ni el botellón, ni los falsos placeres que el mundo ofrece llenarán nunca el corazón de un joven.
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