17/05/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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Creo que andaban debatiendo estos días los diferentes partidos aspirantes a gobernar España sobre cómo no gastar tanto dinero en la próxima campaña electoral. Ya el Rey les advirtió que fueran austeros. Me parece que no se han puesto muy de acuerdo. Sea como fuere, la pregunta que podemos hacernos es si realmente son eficaces las campañas electorales tal y como se han venido realizando hasta el presente. Lo que parece claro es que las verdaderas campañas electorales empiezan mucho antes, tal vez años, de los días previos a las elecciones. De alguna manera se puede decir que vivimos en constante campaña electoral.

En algunas personas se puede decir que la influencia de la propaganda electoral es totalmente nula, puesto que ya tienen claro desde tiempo inmemorial a quién votar o a quien no votar, por ser de ideas fijas. Otros lo tienen claro porque no se fían tanto de la publicidad como de lo que ellos han podido comprobar como buenos observadores. Nos gustaría encontrarnos entre estos.

Ahora se han puesto de moda los vídeos. No sabemos hasta qué punto influyen, pero suponiendo que quien los hace trata con frecuencia de maquillar o distorsionar la realidad, no deberían ser tenidos muy en cuenta. Lo cual significa que no debería hacerse tanta sangre y polémica respecto de los mismos. Hay quien a la hora de votar tiene mucho en cuenta las promesas de los candidatos; pero, si es cierto aquello de que las promesas electorales se hacen para no cumplirse, sería mejor recibirlas más bien con escepticismo. En todo caso hay candidatos a los que les funciona la labia, sobre todo por la ignorancia de que quien los escucha.

Sin duda los medios de comunicación son quienes más ayudan a crear estados de opinión: tertulias, informaciones, columnas periodísticas… van poco a poco lanzando mensajes, unas veces descarados y otras subliminales, cuya eficacia es directamente proporcional a la ingenuidad o falta de un sano espíritu crítico de sus consumidores. Curiosamente cobra cada vez más importancia la pícara administración del material judicial, sabiendo en qué preciso momento deben sacarse a la luz los trapos sucios de los adversarios. Nos referimos a la publicidad que se hace de los casos de corrupción, que se difunde y se recibe con diferentes varas de medir, según de quien se trate.

En realidad nada nuevo se debería esperar de la próxima campaña electoral, dado que hemos tenido suficiente oportunidad de valorar a los candidatos a lo largo de estos últimos meses.
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