En un lugar llamado Arbolio, en la cabecera del Torío, el siglo XX tocaba a su fin, y la minería del carbón cerraba por imperativo del cambio climático. Y menos mal que habían mantenido sus rebaños ocupándose de ellos las mujeres y los niños. En Cármenes dos bares y dos tiendas y una iglesia, la casa del cura, las escuelas y los maestros. En los bares un letrero prohibía. En las tiendas se vendía de todo, viandas, ropa, chucherías, y artículos de ferretería. La televisión, a rayas todavía; y en el ‘parte’ los viajes del Caudillo a Asturias, a la pesca del Salmón.
Abilio Barata, portugués, y Adelino, mineros ambos,cantarines de espíritu, no respetaban el letrero y, al primer empuje al vaso de vino, se acercaban las cabezas y entonaban una ‘asturianada’ por lo bajini: «Fui al Cristu y enamóreme». Sidoro bajaba el volumen de la televisión y rellenaba los vasos susurrando ¡Qué le vamos a hacer! AnGLillo, con su copita de anís Viriato, parloteaba con el cabo Casimiro y le contaba que, en las Correderas, se le había vuelto a aparecer Virgen. Un día vas a tener un disgusto. Eso lo refleja mejor Julio Llamazares en su cuento ‘El día que llegué al café Sidoro’.
Por entonces los hijos del médico volvían en verano diciendo que aquellas humildes florecillas del monte se llamaban Pulsatillas. Pues aquí les decimos «robameriendas» a «flores del viento». Y cuando un hijo del pueblo, el de la frutería del barrio de arriba, publicó un libro de versos y romances, hablando de Almuzara y de las leyendas antiguas a las que había puesto música Julio Ferreras, y que se cantaba en las tenidas y campamentos de aquellos locos de la revista Claraboya,alguien dijo: aquí hay que hacer algo. Un coro aquí, en Cármenes, con toda la gente que tan bien canta y tan dispuesta acude a la Semana Cultural. Un coro que se llame Flor del viento, y una revista que se llame Picogallo. Pues dicho y hecho. Y ahí tenemos al poeta-músico recogiendo y transcribiendo el hermoso cancionero antiguo. Cármenes, alto Torío, y su ronda de pueblecitos, a cual más pintoresco, cuna de gentes ilustres y objeto de magnas reuniones de literatos. Y Antonio Manilla, y el gran Fulgencio.
El coro Flor del viento, que cumple 25 años, con unos cuantos CD grabados, y multitud de conciertos, el domingo, 7 de agosto, se ha vuelto a reunir a las 20 horas, en la Iglesia de Cármenes, para conmemorar tal efemérides. Y para demostrar que no hacen falta ya letreros:‘Prohibido cantar’. Si viviera ‘AnGLillo’…! Y si Abilio y Adelino…

Prohibido cantar
08/08/2022
Actualizado a
08/08/2022
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