La noticia de la muerte del Papa Francisco, acapara la atención de un mundo en cambio hacia una nueva restricción de las libertades y la amenaza de guerras y conflictos que parecían alejados de nosotros.
El Papa que reunió en sí algunas novedades (primer argentino, primer jesuita, primer populista) es objeto de consideración internacional, no solo dentro del mundo católico. Para unos ha sido un Papa cargado de buenas, y sanas, intenciones, que no consiguió imponer al cabo. Y para otros fue un «comunista» camuflado. Para la mayoría no fue más que el eslabón de una cadena de jefes terrenales de una organización que se pretende divina: es decir, una mentira.
De todos cuantos han salido a la palestra, disertando abiertamente sobre el tema, uno ha impresionado a este cronista. Y es español. Y escritor. Y extremeño. Se llama Cercas, Javier Cercas. Este magnífico escritor ha publicado un libro titulado ‘El loco de Dios en el fin del mundo’ en el que desgrana su pensamiento sobre el Papa difunto. Y habla de que aceptó acompañar, como reportero, al Papa Francisco, en uno de sus viajes a un país insignificante, Mongolia, a cambio de poder hacerle una pregunta: ¿Mi madre, cuando muera, podrá volver a encontrarse físicamente con mi padre, que ya lleva años en la otra vida?
Y esto lo desea preguntar alguien que tiene la opinión de que «A Bergoglio, le gusta, como a los poetas, jugar con las palabras, retorcerlas, estrujarlas, inventarlas». Por eso, «quiero preguntarle por la resurrección de la carne y por la vida eterna» (Capítulo 13).
El cronista, como Cercas y tantos creyentes por parte de madre, se declara ateo, recuerda que cuando lo tocó cuidar de su anciana madre, viuda, solía debatir con ella este mismo asunto. Lo que hace pensar si no será el cristianismo la religión de las madres, y uno no es otra cosa que lo que fueren ellas.
Y lo que le dijeron a Cercas los ayudantes del argetino-italiano Bergoglio es que «eso no se lo pregunta nadie» Pero este cronista no va a hacer «espolier» del libro y contarles cómo fue la cosa. Tan solo explicarles que para ese tipo de preguntas hay una sentencia de Rabelais, que dice que tan solo la suelen hacer los «agelastas» que, en griego, son aquellos que no saben reír.
De modo que nos volvemos a quedar sin saber a ciencia cierta si, cuando muramos, nos volveremos a encontrar con nuestra madre, cosa, que para muchos, es asunto de la máxima importancia. Y esa es la clave para creer o no creer en aquello que profesan los creyentes.