05/03/2023
 Actualizado a 05/03/2023
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Maneje o no varias lenguas (aunque es de suponer que nunca las cuestionadas) a mucha gente le irrita la reivindicación de lenguas minoritarias. A mí me pasa. Y me siento culpable por ello, porque son riqueza cultural y si las rechazo es por pensar con mentalidad económica, creyendo desgaste innecesario dedicarles tiempo cuando el negocio está en otras (aunque bien se sabe que no siempre son deficitarias las minoritarias). Me ha pasado con el leonés, asturleonés o bable. Y por ello me fastidiaba que lo trajesen al espacio público. La primera vez que me fijé en la rotulación de las calles de León en bilingüe español-leonés me retorcí por lo que me pareció una desmesurada sandez. Fue en Trobajo del Cerecedo, ante la placa de la calle Prado Prior / Prau Prior.

Pero soy flexible y, como no hay mejor cosa para enternecerme que ver unos libritos bien editados, he cambiado un poco de parecer al enterarme de los premios literarios que da el ILC con cuca edición incluida para obras en leonés, asturleonés o gallego del Bierzo.

También ha influido en mi nueva postura un reciente descubrimiento tardío que agradezco a una de mis más inquietas proveedoras de novedades. Me mostró la edición digital del monumental tesoro léxico, diccionario de diccionarios, ‘Léxico del Leonés Actual’ que elaboró la carismática lingüista estajanovista Jeanick Le Men Loyer y que la Cátedra de Estudios Leoneses que dirige Jose Ramón Morala le facilitó llevar a la red en ‘lla.unileon.es’. Sumergirse en ese buscador es volver a la infancia, cuando les escuchábamos a los abuelos palabras que casi nunca más hemos vuelto a escuchar, como ese ‘nidia’ para calificar el blanco de nieve resplandeciente de, por ejemplo, una ladera del estrecho Valle del Curueño, que un abuelo reciente nos regaló.

De cualquier modo, sigue costándome reprimir el efecto ridículo de que aparezca el mismo nombre en ambas lenguas siendo casi igual, vocal cerrada o abierta arriba o abajo. Pasa en aquella placa con la que me topé en Trobajo abajo, de calle rebautizada por Memoria Democrática. Y no suponía lo anterior la única nueva vergüenza para ese trazado. Si hubiesen preguntado a mi padrino o a mi padre, quizá hubiesen dedicado la calle a Doña Urraca, que les concedió a los muy antiguos del lugar mantener abierto el cubillo del reguero como agradecimiento por ser bien tratada. Pero no, con muy mala memoria y peor olfato tuvieron que dedicársela a un prado de nombre escolástico que no hace mucho solo se mencionaba para espantar, ¡vete a cagar! al ‘prao prior’.
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