Me alegra saber que con la nueva ley de bienestar animal se establece el sacrificio 0, se prohíbe la explotación de animales en circos, no se podrá dejarles desatendidos por varios días, ni más de 24 horas solos, ni que estén en terrazas o patios.
Personalmente me gusta entrar a un centro comercial y ver a la gente haciendo sus compras con su perro, ya era hora de que se normalizara y se permitiera su acceso.
Aunque esta ley trae muchas mejoras y medidas, hay cosas que, bajo mi opinión, no son las más acertadas y no se han tenido cuenta a la hora de promulgarla. El objetivo principal de esta norma es erradicar el abandono, al tiempo que se promueve la adopción y tenencia responsable, pero se olvida de algunas razas y especies.
Hace unas semanas, mientras bajaba por la Calle Ancha, pude ver en la distancia un furgón de la Policía Nacional y entre cinco y seis agentes rodeando a alguien. Según me iba acercando pude ver que en el centro de ese círculo se encontraba un señor con un «perro potencialmente peligroso» (ppp). Tras sorprenderme y no entender qué es lo que pasaba, pregunté a un agente. Me respondió que el perro no llevaba bozal y que había que tener cuidado por si hacía algo. En ningún momento comentó que hubiera atacado a alguna persona u otro animal. Al mirar al perro, éste estaba sentado, asustado y con la cabeza cabizbaja. Sí, efectivamente, había que tener mucho cuidado y esa movilización era necesaria…
Con la llegada de esta ley, esperaba que hubiera una regulación sobre este tipo de razas, eliminando esa calificación estereotipada y negativa. Que un perro sea denominado como potencialmente peligroso, lo único que se consigue es que las personas que quieran llevar a sus hogares un perro no elijan esta raza por los requisitos que existen, como una licencia administrativa y un seguro de responsabilidad civil, hasta ahora, solo obligatorio para ellos. Además de un primer rechazo por todos aquellos que no han tenido cerca a uno de ellos y sigan pensando violentos y agresivos.
Sería mucho más lógico que el apellido peligroso y la obligación de llevar bozal solamente se pusiera a aquellos que, efectivamente, tengan ese comportamiento y puedan originar situaciones de peligro.