Pozo vertical (I)

Aunque en la oficialidad se llama Pozo Julia, en Fabero desde su origen iniciados los cincuenta se conoce por Pozo Vertical o simplemente Vertical. Un pozo de extracción carbonífera en la parte alta del pueblo, a escasos pasos de mi casa y de Otero de Naraguantes, perteneciente a Antracitas de Fabero y muy importante para mí, pues casi toda mi vida pivota en torno a él. De manera que lo he conocido ya en sus momentos más fructíferos, cuando había tres relevos y de las caballerizas de La Reguera, controladas con esmero por cuadreros como Jubeto, salían unos percherones tan impresionantes como dóciles, sobre todo si la mano conducente les aportaba algún azúcar, según me contaba mi padre, ayudante de minero y en ocasiones caballista.

En esta época ya existía un hospitalillo en el Pozo Viejo, adonde una ambulancia escandalosa que arremolinaba a la gente en torno al Pozo cada vez que sucedía un accidente llevaba a los afectados, supervisados por los doctores Terrón, o más tarde por don Agustín, quienes decidían su permanencia en él o el traslado a Ponferrada. Existían, además, un par de economatos donde los productores mediante una libreta de crédito podían adquirir algunos alimentos o tejidos.

También recuerdo que por tales fechas la luz minera procedía de candiles de carburo que la empresa facilitaba a los obreros, que no tenían duchas, ni ropa de trabajo si no era la aportada por ellos mismos cosida y remendada casi siempre y lavada en los lavaderos públicos del cuartel o de la Raicina ya que no había agua corriente en las casas, que cuántas veces mi madre acudía por la noche con Fernando, mi hermano, a lavarla (por el día la concurrencia era enorme), quien además de aportarle compañía le alumbraba con un candil.

No se me olvida, además, que en aquella infancia mía a mi padre a veces también lo destinaban a la escombrera, vigilada por varios guardas, entre ellos Toirán, Lucas y Conde. Allí en invierno los mineros improvisaban una caseta con un chambombo y mi madre o yo , puchero caliente en mano, le acercábamos la comida. Quedaba muy lejos la decadencia, el cierre.