Todo en política tiene un sino, en la era marketiniana en la que vivimos, cada comentario, insinuación, mirada, o incluso pensamiento, busca el calado a medio plazo en una hipotética futura cita electoral. Cuando dicen que no te debes fiar de un político es precisamente por la misma razón por la que no te fiarás del que sin conocerte de nada, antes de pedirte algún favor te llama ‘amigo’. Es pura manipulación crediticia. El que gobierna o el que quiere gobernar nunca dará nada gratis porqué nada se le ha dado gratis, si ha llegado hasta donde está es a costa de subir peldaños sobre los cadáveres políticos que se ha encontrado por el camino.
Cuando el otro día Ester Muñoz compartió a bombo y platillo que iba a presentar una iniciativa que concierne a los intereses de León, no lo hacía fruto del azar sino por la inercia de una estrategia medida desde Génova. Atrás quedaron los breves paréntesis de los partidos localistas que sacaron escaño o se quedaron en la mínima expresión de cumplir los parámetros del sufragio democrático en forma de escaño. En las pasadas elecciones, siglas como Teruel Existe que fueron pioneras se quedaron en su pequeño recóndito lugar del poder. No sabemos si la prostitución de sus avales por parte de su diputado Tomás Guitarte o la circunstancia de que viviese en Valencia y no en el lugar que decía representar sirvieron de escarmiento en el que pagaron justos por pecadores, pero el caso es que el cantonalismo se ha frenado por el momento. Por culpa de esos votos que se ‘desperdiciaron’ útilmente, seguramente el PP perdió unos escaños que le habrían aupado a La Moncloa en 2023. Uno de los motivos por los que Feijóo ha hecho portavoz a una diputada perteneciente a una de las circunscripciones de la España vacía es precisamente porqué espera arañar parte de los votos que en otras citas se fueron a formaciones localistas como Unión del Pueblo Leonés (UPL). Intentarán transmitir el mensaje, –de ahí la idea de que se enfatice como Muñoz se preocupa por su tierra–, de que el PP no se olvida de la nación marginada, de que irá hasta el fin del mundo de los márgenes patrios para ganar las próximas elecciones.