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Politizando la justicia

30/07/2022
 Actualizado a 30/07/2022
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Lo único gracioso del asunto que hoy traigo a esta columna es escuchar cómo no pocos tertulianos se traban al decir la palabra ‘desjudicializar’. Un término que ha ocupado muchos minutos en los medios los últimos días tras algunas declaraciones de representantes públicos que pretenden vendernos la necesidad imperiosa por el bien común de ‘desjudicializar la política’. Un mantra que nos están intentando colar precisamente los políticos, que son a quienes parece que no les agrada que la justicia haga su trabajo, que no es otro, que vigilar que se cumpla la ley.

Aunque sea de perogrullo, parece que es necesario recordar una vez más que la vía para desjudicializar la política ya existe y no es otra que los políticos cumplan le ley. Aunque parezca un juego de palabras no lo es, pero en lo que deberían destinar sus esfuerzos nuestros dirigentes públicos es en no politizar la justicia. Un empeño al que unos y otros y los de más allá dedican gran parte de su energía, eso sí, según si la decisión judicial es favorable o desfavorable. Cuando la justicia da la razón a los tuyos y a tus posicionamientos entonces se aplaude la decisión de ésta y se remarca la imparcialidad de la justicia. Pero cuando de un juzgado sale una sentencia que deja en evidencia las vergüenzas de tus compañeros de partido, entonces es cuando pones en duda la independencia de la justicia señalando si el juez este o aquel es conservador, progresista o qué sé yo. Y me da igual que hablemos de la Gürtel, de la Púnica, del ‘procés’, del caso de los ERE en Andalucía o de cualquier otro escándalo. La reacción es lamentablemente siempre la misma.

No sé cómo calificarlo para no parecer grosero, pero que los políticos estén empeñados en desjudicializar la política huele un poco a cuerno quemado. A mí, personalmente, como ciudadano, no me molesta que la justicia persiga al político que durante su ejercicio de servicio público comete una ilegalidad. Pero ojo, ni al político, ni al periodista, ni al taxista, ni al deportista ni a nadie. Quizás compré demasiado fácil el eslogan de que la justicia es igual para todos. Es más, hasta llegué a pensar que, si la justicia es capaz de mandar a la cárcel a un político que ha sido juzgado y condenado, estamos ante una prueba de que vivimos en una sociedad democrática. Pero por lo visto, hay gente a la que esto le molesta. La misma gente que sigue sin cumplir sus promesas de erradicar, por ejemplo, los aforamientos de los políticos. ¿Por qué no empezamos por ahí, seguimos con la despolitización de la justicia y luego ya vemos qué hacemos?
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