Hace ya más de veinte años, en 2004, el obispado de Astorga donó una pequeña ermita a la junta vecinal de Rodanillo, localidad del municipio de Bembibre que se encuentra a unos veinte kilómetros al noreste de Ponferrada. Y apenas a tres –no llega– al sur de Losada, dicho sea de paso, que siempre es una buena opción para visitar; si andas por allí, no dejes de acercarte. Pero ahora te estaba hablando de la ermita de Rodanillo…
Dedicada al Santo Cristo, el Crucificado que preside el templo –aunque conocida en tiempos como iglesia de San Salvador–, y citada ya en 1245 en un documento papal de Inocencio IV, se encuentra al lado mismo del cementerio del pueblo –de los tres cementerios, para ser precisos, contando sus dos ampliaciones–, y solo se abre para el culto el día de Todos los Santos. Tras pasar a manos de la junta vecinal, esta intervino para consolidarla; y en 2008 se cambió la cubierta. Fue por entonces cuando Raúl Arias descubrió tras el retablo, al introducir una cámara, una pintura –cuya existencia se desconocía– de la ciudad amurallada de Jerusalén; y que, sorprendentemente, es muy similar a la que se encuentra en el retablo mayor de la iglesia parroquial de la localidad.
Por si fuera poco, en 2019, aparecieron también unas pinturas en la pared este de la ermita –de las que tampoco se sabía nada–, ocultas bajo la cal –se utilizaba en tiempos por motivos de higiene: «Se Reformó y Blanqueó El Año 1896», figura en el arco central– que cubría todo el templo. Fueron descubiertas por David González –auténtico ‘motor’ de la cultura en Rodanillo, con quien tuve ocasión de visitarlas hace ya un tiempo–, que ha identificado una oveja, una cara –tal vez san Pedro– y a Cristo resucitado saliendo del sepulcro.
A pesar de la visita, ya en 2021, de técnicos de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, y del compromiso de la administración autonómica para actuar al respecto, por el momento la cosa no avanza. Y las pinturas siguen esperando a ser, de una vez, recuperadas.