Desde aquel famoso «Luis, sé fuerte» de Rajoy a Bárcenas que salió a la luz hace cuatro años en las portadas de un diario, hasta el último caso de este tipo conocido con la ‘operación Lezo’ que decía algo así como «Gracias Nacho. Un fuerte abrazo. Ojalá se cierren pronto los líos» en un mensaje del ministro de Justicia, Rafael Catalá, al expresidente madrileño recientemente detenido, Ignacio González, la lista de altos cargos pillados por su confianza en el móvil no queda ahí.
Hace algún tiempo me contaba un tipo que su mujer estaba últimamente demasiado preocupada por intentar cogerle a todas horas el teléfono. De forma descarada o jugando al despiste, pero con la excusa que fuera –por peregrina que fuera la coartada– y con la única intención de satisfacer su curiosidad sobre los movimientos telefónicos del marido dentro y fuera del trabajo. No es que tuviera mucho que ocultar, pero le inquietaba tanto interés por controlar llamadas, mensajes SMS y en el Whatsapp, fotos, movimientos en el Facebook…
Le aconsejé (no sé si haciendo bien o mal, pero sí en un dispendio de caridad hacia un tipo seriamente necesitado de sosiego psicológico) utilizar en su iPhone la opción de código para desbloquear. Opción que, junto al desbloqueo por patrón, más o menos todo el mundo utiliza hoy en día pero que él no conocía.
¡La que armé! Poco más y desencadeno en esa casa una sucesión de batallas equivalentes al inicio de la tercera guerra mundial, versión familiar. No me quiero ni imaginar el día en que la tía supo que le había aconsejado al marido ‘proteger’ el móvil con el código de desbloqueo, pero la cuestión es que ante los pinchazos con autorización judicial de por medio o las mujeres fisgonas, en algunos temas lo mejor es no fiarse en exceso del teléfono.

Pillados por el móvil
01/05/2017
Actualizado a
09/09/2019
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