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Pijos de pasaje

09/10/2022
 Actualizado a 09/10/2022
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Me embobé, Juan Marsé se habría percatado mucho antes que yo. ¡Qué buena pinta tiene la gente pija de León! Toda la vida escuchando lo bien que se vestía en Oviedo, Santander o San Sebastián, y ahora reparo en que donde se viste fantásticamente es en León. Por lo menos la gente pija, la que aparece por las calles sobre las diez de la mañana para dejar a los niños en el cole y desayunar. La que nunca podrá corroborar si las horas más productivas del día son las primeras de la mañana. Los que cuando hay riesgo de incendio y se desaloja no están entre la mano de obra desalojada. Esas personas que no se tienen que abrigar demasiado (y llevan siempre las prendas de frío abiertas, que aporta estilazo) porque se desplazan fundamentalmente a través de los pasajes que cruzan las manzanas más exclusivas del centro. Lo hacen empalmando, uno tras otro, la especie de túneles que son el pasaje de San Agustín, el de Paz Fernández Peña y el de Ordoño y eso les permite solucionar en cuarenta minutos las cuatro gestiones y tener el resto del día para lucir bien tratada piel asomando de cortes holgados o a medida, zapatos nunca demasiado altos (mucho castellano), joyería en su justa dimensión y volumen, colores neutros y azules (mucho azul) en tejidos naturales. Pijos de pasaje, por su nombre común.

Pero pijos de pasaje (y a estos sí que los tenía yo catados de antes, aunque figuren como segunda acepción) también son aquellos un pelín menos lustrosos. Ese tipo de animal social tribal que deja de cuidarse, pasa de usar como atajos los callejones cubiertos para instalarse comiendo mal y fumando mucho en las terrazas catacúmbicas de sus bares, como la del Odín o la del Río Órbigo (no en la del Café Pasaje que con su rosquilla y su agua con limón sigue maravillando y haciendo que la gente –pija o no pija pero sí conservadora– lo alabe ¡qué buen café, cómo nos gusta este sitio!). Estos otros pijos de pasaje saben que tienen la piel estropeada pero como siguen generando ingresos sin mucho esfuerzo no pencan y por ello no penan.

Tienen mucho en común todos los pijos de pasaje, aunque no el buen color.
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