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Peor, imposible

17/12/2023
 Actualizado a 17/12/2023
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La política, en España, se está cargando a la propia política. En muy poco tiempo, y Europa es testigo, se ha convertido en una corrala mal avenida, gritona y mendaz. Ya vale todo. Además, lo que viene ocurriendo en las últimas semanas, dentro y fuera del Parlamento, resulta lamentable. Penoso e incluso inconcebible. Se está llegando con una velocidad espantosa a la comedia bufa y no importa por qué caminos. Es el caso –que en ninguno de los supuestos el espejo–, del actual socialismo, abanderado por mequetrefes, trabucados y perniciosos. Mercachifles y chapuceros. Porque decir socialismo en un sentido literal, es otro cantar, otra cosa. Es respeto. Ahora mismo eso no existe. Se ha ido por el desagüe, gracias a las desgracias de un tipo sin escrúpulos, que cuando dice una verdad se le cae un brazo. Y por el momento tiene los dos en su sitio. Y con ellos seguirá por mor de sus trapisondas. 

Si no había bastante con el maléfico Sánchez y una buena parte de su tóxica ‘troupe’, ahora se les ha unido a la plantilla otro pájaro carpintero, otro populista de medio pelo que atiende por el nombre de Óscar Puente, a quien se la refanfinfla salir a la palestra para soltar las mismas perlas –aumentadas y corregidas– de cuando su época de alcalde de Valladolid. Y el inquilino de la Moncloa se ríe. Y el resto de ministros aplauden. Y desde la izquierda mediática, tan pura y casta como el trigo sin moler, y tan progresista que quiere viajar en cohete, nadie pide cuentas. Es más, se consiente y se apoya. Y eso no es crear país ni coserlo. Si lo que está ocurriendo estuviera protagonizado por la derecha -en concreto por el Partido Popular- España sería una pira. Y la calle, un hábitat insoportable. Silencio espurio.

A tal degradación ha llegado la política nacional, que hasta una tipa independentista, Míriam Nogueras, una señora con ínfulas de pretender representar al conjunto de la población catalana, que es un embuste más alargado que una serpiente pitón, se permita acusar a los jueces, desde el estrado de las Cortes y ante la impasibilidad de su presidenta –la ya famosa, mansa y arbitraria Francina Armengol– de indecentes. Indecentes y reos. De bandoleros de la judicatura. Y se lo transigen. A otros, por una frase desafortunada, aunque metafórica, los denuncian ante la Fiscalía y les acusan hasta de haber matado a Manolete. 

Este es el panorama que se está viviendo y padeciendo. Sánchez continúa con sus mañas, denunciando en la Eurocámara que las autonomías gobernadas por el PP y Vox han retomado rotulaciones franquistas en sus calles. Falso. O el enredabailes Puente, en el hemiciclo de las Cortes, señalando que Bildu es un partido progresista. Y que viva la madre que nos parió. Es lo que les falta por decir.

 

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