Desde la infancia el lobo es un animal que me resulta cercano, casi familiar, aunque parezca una ironía. Mi pueblo, con una muy amplia extensión de monte bajo y sierra, ha estado siempre habitado por el ‘canis lupus’. Cuando las nevadas eran intensas y prolongadas, el lobo se acercaba hasta las casas para ver cómo quitar el hambre. A los pequeños se nos metía miedo con el lobo. Era el gran enemigo de los ganaderos, pues no se conformaba con comer su ‘pan’ de cada día, sino que lo suyo era matar cuantas más reses mejor. Los rebaños siempre iban acompañados de los grandes perros que en algunos lugares llaman mastines, pero allí se conocían como «perros del lobo», al que trataban de ahuyentar. Cuando alguien conseguía matar a uno de estos depredadores se hacía fiesta. Se iba a pedir por las casas con el animal muerto y la gente aportaba su donativo, en dinero o en especie.
Hoy día estos bellos y listos animales, que no parecen estar en vías de extinción, siguen su cruel trayectoria, haciendo la vida imposible a los ganaderos. Está claro que el gobierno de la nación es su acérrimo defensor que, puesto a escoger entre la vida de las fieras y de los animales domésticos, prefiere preservar la de las fieras. Es toda una metáfora de la realidad. A veces trata mejor a terroristas que a personas decentes.
Sin duda el lobo ha sido protagonista de muchas de nuestras fábulas y cuentos. A todos nos viene a la memoria el que comió a Caperucita. Y también la fábula de ‘Pedro y el lobo’. Muchas veces este pastor alertaba a los vecinos diciendo que venía el lobo, aunque era mentira, para que le ayudaran a ahuyentarlo. Al principio le hacían caso, pero después ya no le creían. Y, cuando vino de verdad, se quedó solo y sin que nadie acudiera en su defensa.
Tal vez esto último es lo que está pasando ahora en España. Se nos advierte de que vamos por mal camino, que el social comunismo nos lleva a la ruina, que vamos a ser como Venezuela, que la democracia está en peligro, que viene el lobo… y mucha gente no se lo cree. Hemos oído decir que las cosas van mal, pero como de momento parece que no nos afecta estamos muy tranquilos como si no fuera a venir. Incluso podemos decir que el lobo ya ha venido y está haciendo sus estragos ante nuestra pasividad e indiferencia.
En el caso de los ganaderos, por supuesto que ya está aquí, aunque nuestros dirigentes no lo tomen en serio. Y en el orden sociopolítico creemos que también se está haciendo realidad lo de Pedro y el lobo. Más aun, el lobo también podría llamarse Pedro.

Pedro y el lobo
16/03/2021
Actualizado a
16/03/2021
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