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Pasión y muerte

24/03/2024
 Actualizado a 24/03/2024
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Mascarillas caras, excusas baratas, asesores zafios y políticos furibundos arrinconan lo importante. Israel sigue matando. Bombardea, dispara, consume, asfixia, aniquila… a niños, ancianos, mujeres, hombres, recién nacidos, lisiados, enfermos… todos inocentes. A todas horas, por tierra, mar y aire. Los ha encerrado y no da tregua. Ni comida ni agua ni medicinas ni refugio ni respiro. Las víctimas no han hecho nada malo, pero los han recluido y los matan, a algunos fulminados y al resto despacio, con saña implacable. Ya son más de treinta mil muertos y un número incontable de heridos, desposeídos y traumatizados. Una generación entera de odio infinito hacia quienes les torturan sin piedad o justicia. La simiente de un determinado futuro.

Pero no se puede criticar a Israel, porque hacerlo es antisemitismo. Hacerlo, dicen, cuestiona el inmenso sufrimiento de quienes sufrieron en el pasado. Podría pensarse que, como sus antecesores padecieron, ellos pueden infligir padecimientos. ¿Es alguna ley bíblica? No lo sé, no me importa: Israel está asesinando impunemente a decenas de miles. ¿Genocidio? Pongan la etiqueta que quieran a esa evidencia.

Se identifica un Estado con una fe y criticar a ese Estado se tiene por ofensa a esa fe. Se hace de un Estado la carne y el hueso de un solo pueblo y se supone que quien dice del primero se refiere al segundo. Quien hace de un Estado un pueblo y una fe –ese escudo y ese cuchillo– pretende armarse ante cualquier divergencia, dejar aparte a los diferentes, elegirse a sí mismo como mejor e intocable. Eso pretenden muchas dictaduras. El Estado de Israel no son el pueblo hebreo ni la fe judía. Es una construcción política. Y está matando. 

Ningún Estado, por fruto de la culpa y los remordimientos de otros y por arrogante que sea, puede tenerse por representante de nadie si no es capaz de discernir que una causa justa no permite una reacción injusta, que una muerte no autoriza muertes de inocentes, que el ojo por ojo ni es ley ni es justicia. Se dice tantas veces y no sirve para nada que a veces cree uno que ya no hace falta decirlo. Pero debe decirse.

Que haya países, como Alemania, cuya mala conciencia justifica cualquier barbarie israelí por el remordimiento de la barbarie infinita que una Alemania que ya no existe cometiera en el pasado establece una continuidad de la culpa que alumbra otra mayor en este momento. La culpa inmensa de no reconocer a las víctimas, la culpa de no ver, como es evidente, que los judíos masacrados entonces son ahora palestinos masacrados. Aquellos judíos eran seres humanos y de eso se trata. ¿O hablamos, al fin, de racismo?

Europa se ha jugado y ha perdido cualquier crédito moral que mantuviera. La invasión de Ucrania es una injusticia, Putin un miserable. Pero los palestinos… pero Israel… Después, sobre este martirio se harán películas, exposiciones, libros, conmemoraciones… 

 

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