H&M va a cerrar su tienda de León, igual que hará con las de tantos otros sitios en todo el territorio nacional. Parece que tendrían que colocar muchas más toneladas de calzonzillos con garantía de acabar transparentando y maulas varias para que su modelo fuese rentable en ciudades pequeñas. De su comunicado se trasluce que no han conseguido buenos números pese a las drásticas medidas tomadas ya en 2021.
Se habla, con empacho de actitud fantástica, de reubicar a todos los paisanos de los que van a prescindir, pero se tendrán que buscar la vida ellos mismos, me temo. Como también los estilistas con iniciativa que cazaban en sus dependencias del centro comercial las prendas ‘guays’ que ponían a la venta con cuentagotas los suecos. Van a tener que ir a otro sitio (y ya sabemos a cuál, porque es nacional, aquel en que en todos sus locales la oferta es desigual) para hacerse con camisas de rollo Miyake a precio de saldo esos atentos consumidores.
Pero no me dan pena los ‘fashiogramers’. Estoy un poco hasta el gorro de esa peña solo con lo a menudo que les veo por la calle. La maldición de la que estoy aquejado (ser dotado de ojo de loris perezoso para reconocer cuándo lo que fue una tendencia se ha convertido en moda y atufa) me ha amargado la gracia de su último ‘look’ de bandera. Si veo otra persona más con unas NB’s grises, un vaquero holgado barato (pon de H&M) y un abrigo de buen paño largo saco el lanzallamas y monto una pira donde me pille. Mira que me gustaba ese atuendo y mira que respeto a New Balance, pero cuando veo a esos vecinos míos que llevan el consabido outfit casi como un uniforme, él y ella, me ponen de la neura y de la neutra. Tan hechos a medida ellos para ciertos círculos divinos, a mí me resultan de lo más pánfilo. Les viene de serie el ser gelipollas. Su indolencia, ese no romper a expresarse, esa falta de sonrisa franca, ese perroncho salchicha definitorio. No puedo con ellos. No saludan, tienen cara de espantados. Que luego seguro que son muy educados y poco molestos, pero no puedo con su panfilez.
Si llega a ser de ellos el perro que aúlla por el patio ya hubiésemos tenido pleito, pero resulta que el suyo es un perro pánfilo, que no usa NB’s ni vaquero ancho de H&M, pero tampoco abre la boca para decir guau.