04/05/2024
 Actualizado a 04/05/2024
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En septiembre de 1931, el pueblo de Fuente Vaqueros invitó al que sigue siendo su paisano más ilustre, Federico García Lorca, a inaugurar su pequeña biblioteca. Lorca pronunció un hermoso discurso cuyo título ha quedado como paradigma de la defensa de la cultura y el arte: ‘Medio pan y un libro’. 

En ese discurso, Lorca dijo algunas frases que después se convertirían en célebres. Son éstas: «No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan».

La localidad granadina de Fuente Vaqueros tenía, en los años treinta, dos mil ochocientos habitantes. La localidad leonesa de Gordoncillo tiene, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2023, trescientos veinticinco habitantes. Es un pueblo muy pequeño, pero grande en otras cosas, como por ejemplo en convertirse en el que mejor ha puesto en práctica la propuesta de Lorca: pan y libros. 

Gordoncillo y su Museo de la Industria Harinera llevan unos años siendo el lugar de encuentro de palabras-alimento y liderando, con su premio Semilla de Oro, el reconocimiento a los grandes escritores leoneses. El primer año fue para Antonio Gamoneda; el segundo, para Luis Mateo Díez y José María Merino; y en esta nueva edición será para Juan Pedro Aparicio. Como las cosas no se hacen solas, es de justicia citar dos nombres, aunque habrá más que yo no conozca: son los de Urbano Seco, alcalde de Gordoncillo, y el de Alfonso García, coordinador de estas ‘Letras en la Panera’. 

Aseguraba Lorca en aquel discurso que decir ¡libros, libros! era pronunciar una palabra mágica que equivalía a decir ¡amor, amor! Muchos no estarán de acuerdo, según indican las estadísticas, y tienen todo el derecho. Pero ojalá que siempre haya pan y haya libros.

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