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Un país de tocomocho

19/11/2023
 Actualizado a 19/11/2023
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Se consumó. Ya es presidente del Gobierno. Ya pactó con el diablo. Y a partir de ahora, y que nadie lo dude, ese diablo, en forma de ‘separatistas unidos’ le va a colgar del tridente con sus afiladas puntas. Lo va a destrozar. Y, claro, en esa situación tan desesperada, con los perniles en carne viva, a ver cómo bracea. Que para patalear está impedido de antemano. Pedro Sánchez no se ha metido en una charca para chapotear y divertirse –cual era su intención–, sino en un pantano degradado que puede arrastrarle al fondo. Y esas aguas suelen estar turbias. Con demasiado lodo. Perniciosas siempre.

La única verdad es que al patético presidente del Gobierno le importaban tres pitos los separatistas catalanes. Y los nacionalistas vascos. Ni les habría mirado a la cara si las urnas hubieran arrojado otro resultado.

Es más, cuando en la campaña y precampaña del pasado julio señalaba que eso de la amnistía y el referéndum era inconstitucional y bla, bla, bla, lo decía convencido. Convencido de que si anunciaba lo contrario o lo dejaba entrever ante la opinión pública, el zambombazo que le depararía el conteo de papeletas le sacaría a puntapiés de La Moncloa. Colchón incluido. Por eso, una vez más, mintió a la sociedad española. Sólo que ahora fue de las trolas más gordas. 

Sánchez, que diría Paco Martínez Soria, lo tenía «todo culculao». ¡Vamos que si lo tenía! Cuando señaló el adelanto electoral sabía de antemano –eso es labor de los asesores– que cuanto más dilatara la convocatoria, la factura que los votantes le presentarían al cobro aumentaría exponencialmente. Anunciando elecciones generales se orillaba en un santiamén el resultado de las autonómicas y municipales. Y la derecha se relajó. Y en mayor medida, conociendo las encuestas que le otorgaban la mayoría absoluta. De ese error, se supone, habrán tomado nota. No fueron conscientes de que en la política como en el amor todo es posible.

No obstante, la estrategia del mantra de la ultraderecha, utilizada por la izquierda y la extrema izquierda adherida, le funcionó. No tenía otra baza de la que echar mano. La explotó hasta la extenuación y el mal fue menor. A partir de ahí y a la vista de los resultados obtenidos, no le quedaba otra que pasarse por el forro la Constitución y lo que se pusiera por delante. Como tantas y tantas veces. Como en tantas ocasiones le han permitido los más próximos, que, entre todos, van a dejar el socialismo español como un erial. Yermo.
En resumen, que Pedro Sánchez es un pícaro –en su acepción de desvergonzado– y un ‘listo’ al que se le ha terminado el crédito. Nadie se fía de él. Ni siquiera sus socios catalanes y vascos, a quienes debe la presidencia del Ejecutivo. Se lo han advertido ya. Y acaban de comenzar la partida.

 

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