La página dos de Opinión siempre me ha dado respeto. Y bueno, ahora ya por qué no decirlo, miedo. En la página dos de Opinión había un hueco reservado para mí cada dos miércoles. Una columna de más de trescientas palabras que he tenido que llenar con aquello que vive en mi cabeza sin pagar el alquiler. Pensamientos y reflexiones, puntos de vista y juicios que forzosamente han tenido que salir escritos en forma de frases más o menos elocuentes, dictámenes que de ninguna manera pretendían serlo y, en mi caso, mucho de experiencia personal. Esto atemoriza a cualquiera, ¿no?
La página dos de Opinión ha acogido algunas de mis frustraciones y también las que me provocan los que toman las decisiones sobre nuestras vidas. Aquí he recogido mi tránsito por una ciudad tan parecida a la que me vio nacer que no ha dejado de sorprenderme en todas sus diferencias; un territorio acostumbrado a ser punto de partida que para mí ha sido una pista de aterrizaje. En esta columna he volcado las enseñanzas de mis abuelos, su cariño hacia la cotidiano, y después también sus despedidas. Aquí he loado la personalidad de mis amigas y la de otras tantas mujeres que me acompañan en el camino de serlo. Digamos que he aprovechado la página dos de Opinión para hacer una suerte de diario de los últimos cuatro años de mi vida.
Pero no todo es terrible en la página dos de Opinión. Aquí he encontrado inspiración y complicidad –como la que me han ofrecido quienes están al otro lado de las cámaras–. También sátira, denuncia y alguna que otra embestida escrita por los profesionales que conocen bien los intríngulis de esta tierra como para hablar claro sobre las (tristemente) conocidas promesas incumplidas. En esta sección he aprendido sobre las palabras más desconocidas del diccionario español, referencias literarias inverosímiles o grupos de música que merecen una escucha. He leído valoraciones interesantes sobre deportes que no me interesan y he descubierto a los personajes que dan singularidad a una tierra que es ya, en sí, peculiar.
Que sea en esta página el lugar donde están escritos todos los nombres de quienes hacen posible que el periódico llegue a ser una realidad palpable o la página web aparezca cada día en las pantallas igual no es una casualidad. A ver si va a resultar que llevo años equivocada y esta es la mejor hoja de todo el periódico.
Cierro mi página dos de Opinión pero se queda llena de oficio. Cubierta de trabajo bien hecho, de voluntad, de esfuerzo y, espero, que de alguna que otra carcajada. Ah, y de restos de vocación. Tratadla con benevolencia que, pese a todo, esta página es un bien muy preciado.