Claudia Cendón de la Mata

El oxímoron que cada uno llevamos dentro

24/09/2023
 Actualizado a 24/09/2023
Guardar

Es probable que, a lo largo de tu vida, en alguna ocasión alguien te haya acusado de contradecirte, de cambiar de opinión en muy poco tiempo, o de no ser consecuente con algo que has dicho o que has hecho con anterioridad. Y también es posible que, incluso tú mismo, te hayas sentido mal por ello. Las incongruencias, las contradicciones y los cambios de opinión, socialmente se equiparan a las mentiras y, por ello, muchas veces generan desconfianza en las otras personas. Pero lo cierto es que no hay nada más humano que la contradicción, que no es lo mismo que la mentira. 

El ser humano está en constante cambio, siempre reaccionando ante los estímulos y ante el contexto que le rodea, que también está en constante cambio. Por lo tanto, es completamente natural y comprensible que los pensamientos, las opiniones y los comportamientos también puedan cambiar. Lo que antes era A, ahora puede ser B, y eso no significa que A fuera una mentira. 
Pero es que A y B también pueden aparecer a la vez. Se puede pensar una cosa y al mismo tiempo la contraria y, aunque en ocasiones esto pueda acarrearnos algunos problemas y pueda ser algo complicado de gestionar, es absolutamente normal. Somos seres complejos, no lineales, llenos de matices, a veces inconsistentes, discordantes, incoherentes, incongruentes, contradictorios e incluso paradójicos. 

Por ejemplo, María está firmemente convencida de que quiere terminar la relación con su pareja, pero no lo hace. Fernando, que es muy ecologista, siempre ha dicho que él solamente iba a utilizar el transporte público y, sin embargo, acaba de comprarse un coche. Carlos, que pertenece a una familia muy conservadora y que nunca ha visto con buenos ojos que dos hombres estén juntos, se ha dado cuenta de que se siente atraído por otros chicos. Paula no cree en los fantasmas ni en ningún otro fenómeno paranormal, pero siente mucha inquietud cuando sus amigos hablan sobre ese tipo de cuestiones y siempre trata de cambiar de tema. Rocío detesta el reggaetón y opina que es un estilo de música de baja calidad, pero cuando está triste por algo, escucharlo es lo que más le anima y lo que más le motiva. 

Para referirnos al malestar y al conflicto interno que a veces nos provocan estas contradicciones, en psicología utilizamos el término «disonancia cognitiva». Tenemos una necesidad imperiosa de encontrar consistencia y solidez en todo lo que sentimos, pensamos y hacemos, pero al mismo tiempo, es imposible que esa consistencia y esa solidez aparezcan siempre. El hecho de ser capaces de aceptar esta realidad, unido al trabajo psicológico enfocado a mitigar o a eliminar el malestar que nos generan nuestras contradicciones e incoherencias, es clave a la hora de solucionar el problema. 

Cuando en el colegio estudié las diferentes figuras retóricas que existen, desde el primer momento llamó mi atención el oxímoron. Consiste en unir, dentro de la misma expresión, dos conceptos que son completamente contradictorios. Y aunque esto pueda parecer un sinsentido, realmente es justo lo contrario, ya que lo que provoca esta contradicción es que se genere un nuevo sentido, creando así un nuevo concepto. O dicho de manera más simple, un oxímoron es una expresión formada por la unión de dos términos de significado opuesto. «Silencio atronador», «instante eterno», «oscuridad luminosa», «altibajo», «agridulce» o «tragicomedia», son solo algunos ejemplos de ello. 

En el oxímoron podemos observar cómo la contradicción crea belleza a la vez que otorga un nuevo significado a los elementos que lo conforman. Y lo que en un principio parecía incoherente y carente de sentido, ha resultado ser algo completamente comprensible dentro de su complejidad. 

Y creo que, por todo esto, el oxímoron es la figura retórica que mejor nos representa. Somos pura contradicción, pero no debemos entender esto como algo negativo, sino como algo que inevitablemente forma parte de nosotros y de lo que, en muchas ocasiones, no podemos ni tenemos por qué desprendernos. Aceptarnos a nosotros mismos, es aceptar también nuestras contradicciones, trabajando sobre aquellas que nos generan incomodidad y malestar y tratando de hallar ese equilibrio que, dentro de nuestra complejidad, todos necesitamos. 

Lo más leído