07/08/2025
 Actualizado a 07/08/2025
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Pues resulta que el otro día andaba yo desvelado y no se me ocurrió otra hazaña que mirar en el teléfono, en la parte izquierda de la pantalla principal, esa que te da noticias... Antes de seguir, un inciso: esa mierda (creo que se llama ‘Discover’), la crea Google y pone lo que le sale de la punta del nabo: normalmente, noticias que son trolas en su mayoría, dignas del mejor periodismo amarillo, del ‘Sun’, del ‘Bild’ o del ‘Huffington’, en su versión española, que edita ‘El País’. El rollo es que como la hace Google, aquí no protesta ni dios y hasta el Poder, tan mirado él para estas cosas, se calla como un muerto por no ofender al gigante americano, que es el que de verdad ordena y manda... A lo que íbamos, que me pierdo: una de las cosas que leí es que la presidenta de México, de apellido impronunciable, aseguraba que «en California, la cuarta economía mundial, vivían de trece a veinte millones de mexicanos, que contribuían muy mucho con su trabajo para conseguir este milagro». Se la olvidó decir que, en México, decimoctava economía global, viven ciento treinta millones de compatriotas de los que curran en California y, siguiendo una regla de tres facilísima, deberían ser la primera con muchos cuerpos de ventaja sobre su vecino del norte. Esta tipa, como su predecesor, el famoso AMLO, que de mexicas tienen los mismos antecedentes genéticos que un servidor, harían bien en dejar de decir las estupideces habituales sobre lo hijos de puta que fuimos los españoles en América (que es uno de sus mantras más repetidos), y dedicarse a lograr que sus ciento treinta millones de habitantes vivan mejor. Lo mismo, igualito, podríamos decir de los mostrencos que nos gobiernan desde hace ya casi cincuenta años y que han logrado que España, esa quimera, pasase de ser la octava o novena economía mundial a ser parte fundamental del pelotón de los torpes... Nos han adelantado por la izquierda los checos, los eslovenos, los húngaros, los eslovacos y están a punto de hacerlo los polacos... ¿Un ejemplo? Muy fácil: ¿cómo es posible que, en España, que es seguramente el país europeo que más fruta y verdura produce, sea más barato comprar un pollo que un kilo de paraguayos?; o de berenjenas, o de tomates, o de fresas, o de peras de verano...

¿Estamos locos o nos hacemos los locos? La verdad, es que no sé cuál es la peor respuesta. Sí: los bares están llenos en esta época gloriosa del verano. Sí: conseguir mesa en un restaurante es casi un milagro. Sí; nos invaden los turistas como si fuésemos un oasis en medio de un páramo climático. ¿Y de qué sirve? Pues para que protesten (con toda la razón de mundo), los nacionales que habitan en regiones muy saturadas de guiris que vienen a comer y a mamarse por cuatro perras; porque esa gente hace encarecer los precios de forma exponencial, de tal manera que los pisos y los apartamentos alcancen precios inasumibles para los nativos. ¿De qué sirve que seamos la nación que más kilómetros tiene de trenes de alta velocidad (bueno, la segunda, después de China), cuándo se averían cada dos por tres? ¿De qué sirve que tengamos una de las mayores productoras del mundo en cuanto a energía renovable se refiere, cuándo los que la tienen que sufrir (qué, casualmente suelen vivir en zonas extensísimas de la España vaciada), salen un día sí y otro también a la calle a protestar porque son como una patada en los cojones situados en zonas que deberían ser de motivo de una especial protección natural? Estoy hasta la peineta de escuchar siempre las mismas soflamas de los nacionalistas de las JONS (porque son iguales a los de la JONS de Franco, les pese o no), de las mismas peleas cainitas que son, como poco, ridículas, entre el Psoe y el Pp (dos perros con las mismas carracas). Y nos quedamos quietos, y no gutimos, y hacemos la genuflexión, como cuando mandaban los curas, comulgando con ruedas de molino absolutamente indigeribles... Y decimos amén a la propaganda de los medios sin cuestionarla siquiera, como en el caso de Ucrania, o en el Palestina. Así nos va: estamos perdidos en la inmensidad de la idiotez, de la estupidez de una sociedad enferma, llena de prejuicios, de insensatez, llena de imbéciles, de macarras, de putas y de alcahuetes... Por favor, a ver si espabilamos de una puta vez y quemamos el país. Salud y anarquía.

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