03/11/2025
 Actualizado a 03/11/2025
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Llegó el otoño y, con él la memoria de quienes ya no están. En una ciudad llena de orgullo, luz y tapeo, se siente un silencio que cuesta asimilar. Hay mañanas que se vuelven desoladoras por la ausencia de verdad.

Las calles se vuelven lugares de paso y casi todo el mundo se resguarda en algún bar o establecimiento, olvidando tal vez, que lo que borran al pasar por esa misma dirección, es el pasado incrustado en la suela de su zapato.

Yo camino y mientras lo hago pienso, porque no entiendo que mi recuerdo se vuelva una sábana vieja que ya no abriga en invierno. Visualizando bolsas de papeles, plásticos y basura, decorando banderas y las plazas en donde otros comieron.

A causa del continuo proceso de la vida, sigo existiendo y, en mi reflejo descubro la muerte por donde ya no pueden alzar la mirada mis pensamientos. Deslizo los dedos entre las redes sociales, scrolleando, mientras pasan los segundos y veo la felicidad en rostros que tan solo mienten por ganar dinero.

Llegó el otoño y, consigo el dolor de quienes se fueron antes de tiempo.

Sin embargo, el desenfreno social, impide que pueda llorar la pérdida, obligándome a pensar en Navidad, San Valentín o Semana santa, cuando a penas he llegado a casa. Porque solo ha pasado un segundo y ya me están tratando de vender algo, ya sea, un teléfono, objeto o la necesidad de ser alguien. Como si mis sentimientos fueran una moneda de cambio.

Por otro lado, esta estación trae paisajes que devuelven a mi cordura, la razón. Los colores anaranjados, junto con la amalgama de pigmentos que resurgen como si nada, de un verano infestado de fuegos. Esa naturaleza tan hermosa y resistente, que en parte aguanta por quienes cuidan su identidad. Aunque, siendo sincera, el ser humano está acabando con todo lo que me parece bello.

Me gustaría ver un mundo más limpio y consciente de los seres vivos que forman parte de él.

No obstante, León ha sido abrigado por un cambio de temporada que espero que traiga prosperidad y amor, a pesar de que me encantaría que se dejara a un lado la hipocresía que se sigue enmascarando.

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