El lenguuaje de la ruralidad también tiene caminos que la razón desconoce; incluso los amantes de ponerle nombres a la cosa nos recomiendan que le llamemos ‘metalenguaje’ , pues que metan lo que quieran pero solo es una forma retorcida de decir lo que no quieren decir, aquello que parece y no es.
Hubo un tiempo que alguien descubrió loo enrevesados que son los leoneses y corrió de boca en boca, lo que ya tiene mérito siendo pecao, aquel dicho de que en estas tierras son el único lugar del mundo donde para decir no dicen «sí», pero claro, con matices, «sí por los cojones».
Aquí pal norte somos poco de decir pecaos, aunque no lo parezca, y el fundador del Grupo de Filósofos de lo Rural sin Obra Publicada, un hombre formado en la filosofía oriental zen: An Gelillo, nos tradujo a idioma nuestro esa cosa con pecado y él cuando se quería negar a dar por bueno lo que decían los veraneantes —«el pueblo huele a cucho», es un decir, o «les vaques y los perros andan sueltes per el pueblo»— tampoco usaba una rotunda negación, más bien todo lo contrario, y con la boca al biés les decía: «Ome coño, claro» y, mano de santo, los veraneantes creían que les estaba dando la razón mientras se la quitaba; es decir, a la mañana siguiente era el primero que soltaba ‘les vaques’ por el pueblo y, por si no se deban cuenta, también soltaba el burro, de nombre Jamaro.
Y así es cierto que se complica el diálogo entre civilizaciones, porque no queda nada claro qué querían decir realmente en esos diálogos llenos de incertidumbres para el traductor simultáneo ruralidad-español de la Inteligencia Artificial cuando, otro ejemplo, Juanita explicaba que «el señor obispo de Asturias viene todos los años a te de la peña para hacerle infusiones a los señores curas»porque, y ahí va el reto para la IA, decía ella «dice que es muy bueno para lo bajero».
Complicado. Y ya no te cuento cuando explicaba cómo funcionaba la infusión:«Dice que no lo cura de todo pero que sí quita lo mayor».
¿Qué será lo mayor de lo bajero? Ome coño, fácil.