Está empezando el lío. Las próximas elecciones autonómicas en Castilla y León a primeros de año comienzan a hacer mella -por aquello de los nerviosismos colectivos-, en los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, aunque Vox –eso dicen las encuestas- ya pisa ‘cacho’ de unos y de otros. Y algún callo. En definitiva, nada nuevo bajo sol y que no se presuma, viendo cómo se está desarrollando la política en el sesgo nacional. No obstante la UPL –que está conjugando mejor su papel en Valladolid que en el territorio propio- podría aumentar su representación en la Cortes, gracias, sobre todo, al trabajo de Alicia Gallego, en su doble condición de procuradora y alcaldesa de Santa María del Páramo, donde se le valora con nota alta. Allí y en otras varias localidades.
El PSOE querrá ir a saco. Y no parará en barras. Cosa distinta es si conseguirá posicionarse en el machito, compartiendo -como lleva- la pesada e incómoda mochila de su líder supremo y ‘amo’. Ahí radicará el mayor problema. Si Sánchez no es creíble –no lo ha sido desde el minuto uno de su asunción al poder-, sus ‘colegas’ y cortesanos, por defecto, seguramente tampoco. Caminan (y tropiezan) por la misma e irregular trocha. Es lo que tiene decir amén a todo, so pena de perder el pan y la leche de cada día. Y no están los tiempos como para visitar el SEPE.
En las últimas fechas la vicesecretaria general de los socialistas en la Comunidad, la leonesa Nuria Rubio, destacaba –en directa alusión a Fernández Mañueco y, por lo tanto, al Partido Popular- que una cosa era gobernar para la sociedad, y otra, muy distinta, en contra de los ciudadanos. Y se quedaba tan ancha. Y seguramente orgullosa de la ‘ocurrencia’. Que una soldado (¿o mejor decir ‘soldada’?) del inquilino de La Moncloa diga estas cosas, es como llamarte aparte y no decirte nada. Que es lo que suele ocurrir.
Porque es para llorar a lágrima viva, que diría Mariano, hermano que fue de Adriano Domínguez, de tan grato recuerdo por leonés y actor de cine y teatro, cuando se denuncia que el jefe del clan del puño y la rosa gobierna exclusivamente para él. Para su ego. Para su narcisismo sin límites. Para su beneficio personal. Lo demás, lo que desvela al conjunto del país, le importa tres pitos. Si dependiera de su mano y pulso se perpetuaría en el cargo. Eso sí que es ‘gobernar’ en contra de la ciudadanía, con todos los falsos sacramentos al uso.
Por eso, en el momento en que ‘huele’ a elecciones por cualquier esquina y saros politizados, y se leen y se escuchan declaraciones como la de Rubio –los argumentarios de los partidos los repiten sus voceros como papagayos- cabe poner en entredicho el nivel de muchos que se dedican a la actividad pública.
Total, que se acercan unas elecciones autonómicas, como es el caso, y cobran vida los atentados a la inteligencia. Es cíclico.