12/10/2023
 Actualizado a 12/10/2023
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Los de Vegas somos mucho de la familia (como todo bien nacido), pero aquí más, porque la familia tiene un pasado del que no podemos renegar y un futuro del que no renegarán nuestros descendientes. Siguiendo con el asunto, iniciado por un servidor hace varias semanas y seguido por el señor Rubio, Don David, en su artículo del domingo pasado (lo de aburriros contándoos batallitas de hijos y de nietos), hoy os hablaré de mi nieta de siete meses, una muñeca guapísima, que está comenzando a falar en suajili, o en euskera de guipuchilandia o, lo más probable, en el lenguaje de chasquidos del los ‘ju/hoanis’ del Desierto de Kalahari, en África meridional: quiero decir que no hay quién la entienda a la pobre, pero ella intenta contarme todo lo que pasa por su cabecita a su manera y yo, ¡por supuesto!, le digo a todo amén, que para eso es mi nieta.

Cuando llegamos al asunto de entender lo que nos intentan contar nuestros vecinos, nuestros amigos, e incluso nuestros adversarios, recuerdo la canción de Víctor Manuel, aquella que decía que «el cuélebre siempre habla en inglés», y que «en chino y en bable sobran las palabras, que las palabras se enredan y tornan oscuras las buenas ideas». Con la manía de mezclar la ideología con todo lo que nos pasa en la vida, sea trascendente o trivial, estamos consiguiendo que en ésta sociedad no nos entendamos y, lo más peligroso, que estemos permanentemente con las espadas desenvainadas, a punto de ser utilizadas. ¿Un ejemplo? La semana pasada el señor Monedero y el señor de Quinto (qué me acabo de enterar que fue un político de Ciudadanos), se dijeron una cantidad de burradas que, cree uno, no venían a cuento: qué si los de derechas son unos cabrones que no acatan las decisiones del pueblo, que si los de izquierdas dieron un golpe de estado en 1934 y también un pucherazo en la elecciones de febrero de 36, que, ¡total!, para lo que les sirvió, ya que perdieron la guerra, que tú eres más feo que el copón y que si yo la tengo más larga... Que dos adultos (muy adultos), con carrera y eso, se líen hablando de esta manera es para castigarles como a los niños chicos en el colegio. Este país no puede permitirse volver a cometer los errores que dieron como resultado la guerra civil, con toda la muerte y la pobreza que trajo...; y emplear un lenguaje así nos lleva a volver a cagarla. Uno cree que los enemigos no existen. Sí existen los adversarios, que, mayormente, son igual que nosotros aunque piensen o actúen de otra manera. Crear enemigos, fomentar al enemigo con nuestra incomprensión y nuestra prepotencia, trae consigo, por ejemplo, lo que está sucediendo entre los rusos y los ucranianos o, por ser mucho más reciente, la matanza de judíos y de árabes en la región más castigada del planeta desde hace setenta años. Si tú le dices a tu hijo o a tu nieta desde que empieza a comprender que el mejor judío es el que está muerto (o al revés), con el tiempo éste intentará acabar con el otro, por si las moscas..., es un hecho más viejo que la civilización, o lo que nosotros llamamos civilización. 

Escribiendo este artículo y a cuenta de la bronca entre los dos señores mentados anteriormente, me acordé de otra canción, en este caso un himno anarquista, que decía: “negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver y aunque nos espere el dolor y la muerte contra el enemigo nos llama el deber». La canción se llama ‘A las barricadas’, famosa por demás, aunque en la época que la cantábamos los de la ‘Peña’ del Arco de la Cárcel, justo después de la muerte del General, le dábamos un toque erótico-festivo, cambiando las barricadas por las colchonetas y buscando conseguir el triunfo del orgasmo popular...

No queremos entendernos...; estamos cómodos, como sociedad, con este sectarismo que nos convierte, de mano, en mala gente.

No sé si los ‘viejos’ del Psoe, todos mayores que un servidor, tienen razón cuando claman contra el mandamás actual, ese que no miente nunca sino que cambia de opinión. No voy a repetir lo que dice mucha gente, eso de que lo hace para que no le quiten la poltrona de la Moncloa. No sé si es cierto o no. Además, me da lo mismo. Está, esto es cierto, en su derecho de mantenerse en el poder para poder aplicar su programa político. Es, estaremos todos de acuerdo, absolutamente lícita su ambición. Qué para conseguirlo tenga que comulgar con las ruedas de molino, traspasando todas las lineas rojas que él mismo marcó, es tema de debate en todos los periódicos, en todas las radios, en todas las cadenas de televisión. Y no se ponen de acuerdo...; bueno, la verdad es que ni lo intentan, porque unos hablan en castellano viejo y otros lo hacen, como Olivia, mi nieta, en una jerga intraducible. Y cuando el diapasón de la bronca sube y sube hasta límites obscenos, todos ladran...; y no, no cabalgan.

Con la que está cayendo, con lo que se nos viene encima a poco que el diablo enrede, lo mejor, cree uno, que podíamos hacer los españoles es ponernos de acuerdo en que queremos sobrevivir.

Salud y anarquía.

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