20/02/2021
 Actualizado a 20/02/2021
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Tal y como manda la tradición, desde que el Sr. Rubio marcó el ritmo de este periódico (con el izquierdo por delante), la primera columna después del miércoles de ceniza tenía que versar sobre lo serio.

Y digo lo serio, como dice el bueno de Andrés Garrido, porque al final, y por mucho que nos hagan creer, el mundo de la Semana Santa, es lo único serio que hoy en día te puedes encontrar.

En un año normal, el miércoles de ceniza sería el punto de partida de los nervios, los que vivimos otra Pasión lo vinculábamos al día después de Reyes, cuando algunos ya llevábamos tres meses ensayando.

Por segundo año consecutivo, se presenta una semana mayor atípica pero con toda la fuerza del mundo. Me ha alegrado enormemente que las cofradías hayan presentado sus carteles, que programen actividades y por supuesto, que se lleve a cabo el pregón oficial.

Hace años no entendía a aquellos apasionados de la Semana Santa que el día de la procesión no se vestían y la veían desde la acera con su familia. Ni entendí cuando escuché en una entrevista radiofónica a aquel hermano mayor de una cofradía que no quería que su Virgen realizara la estación y se quedaba sólo en la iglesia, preso del miedo, de que le pudiera pasar algo a su Esperanza.

Este año no disfrutaremos de los desfiles procesionales, pero la Semana Santa estará más presente porque la pasión no acaba. Y no acaba porque seguiremos acudiendo al parque de San Francisco, para escuchar a la banda ensayando, a pesar de que este año no esté. Y seguiremos yendo cada viernes de marzo a visitar al Medinacelli. Y porque siempre habrá un tipo como Andrés cerca de la Ragazzi para tomar una caña a la fresca y comentar las últimas noticias y pensar que no está todo perdido.

Quizá estos dos años en los que nos quedaremos en casa, también sirvan para consolidar las bases y se aprovechen para analizar la autentica realidad. En estos tiempos en los que el debate nacional gira en torno a la libertades y en el que la autocensura de los medios empieza a cuestionarse, sería un buen momento para pensar hacia donde queremos ir. Quizá nos daremos cuenta de lo que es verdaderamente importante. Estoy seguro que después de este barbecho sin lucimiento, serán muchos los paracaidistas que se apeen porque sólo buscaron en nuestro querido mundo un refugio o un trampolín para mayores empresas. Quizá esta puta pandemia ponga en aprietos a muchos componentes de las bandas, y descubran que hay otra vida distinta a las nueve de la noche (a mi me pasó, siempre me acuerdo de ello), y quizá nos haga pensar que pertenecer a una junta gobierno, ya no será tan fetén, porque ahora lo verdaderamente importante es simplemente pertenecer.
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