Si usted ha comenzado a leerme es que he acertado con el título. Sí, es un título anzuelo que tan sólo pretende interesarle y atraerle hacía el texto que le sigue. Vamos, pescarle, pero sin muerte. Estará de acuerdo conmigo en que si titulo con palabras como hucha y pensiones, usted, como yo, se me deprime un poco más y se me va directamente a las páginas de deporte, si no a la última página del periódico deportivo campeón, cosa esta que ya, sin duda, enfurruñaría a mi siempre poco loado y bien ponderado señor director que dios guarde muchos años.
Por eso y porque cuando leí de la última sangría, saca, extracción o sustracción hecha al Fondo de Reserva de la Seguridad social, eufemística hucha de las pensiones, por el gobierno en funciones y del PP, no pude por menos que recordar dos cosas: una, que la imagen tradicional de la hucha es un sonrosado o arcilloso cerdito; otra, una pintada vista en mi Oviedo natal, allá cuando uno transitaba su juventud y la patria y sus gentes de palo y tente tieso lo hacían a demócratas de toda la vida. La pintada, sin duda, era fruto de la incivil bunkerización de algunos guardianes espirituales de las esencias de occidente y decía así: «Muerte al cerdo de Carrillo». Mas, por fortuna, tal brusquedad enseguida se vio humorística y civilmente corregida y aumentada con otra que decía: «¡Cuidado, Santiago!: te quieren matar el cerdo». Y de eso quería yo hoy avisar más generalmente, no sin humor y ya más que mediado el artículo, de que ¡cuidado convecino, que nos sangran el gorrino!
La cosa; la de la sangría, saca, extracción o sustracción hecha al Fondo de Reserva de la Seguridad social no es baladí, pues además de la gravedad que en sí misma tiene cada una de las que en cuatro años ha mermado el Fondo desde los 66.815 millones de euros con que contaba en 2011, su máximo, a los 25.176 que quedan a fecha de hoy, después de la última de 8.700 millones, es también un dato sintomático de que, a pesar de los cantos triunfalistas sobre creación de empleo, éste se constata precario en sí mismo para los trabajadores y aún más subvencionado a las empresas mediante bonificaciones en sus cuotas a liquidar a la Seguridad Social. Todo sea por la diosa economía o, mejor, econosuya.
Para mí, de habitual nada malpensado, no deja de ser todo una manera de ir atronándonos –no teman los regios– e izándonos –tal que trofeos– como en matadero porcino hacia los planes privados de jubilación que más bien serán de lamentación. Avisados estamos y quedamos.

Nos están sangrando el cerdo
06/07/2016
Actualizado a
18/09/2019
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