Hace escasas semanas tristemente despedimos a nuestro paisano Jose Luis Prieto Arroyo, José Luis, que era de Tombrio de Abajo, tenía una interesante idea sobre cómo debería estar estructurado el noroeste ibérico (Asturias, León, Galicia y Norte de Portugal) que intentó desarrollar a través de toda su trayectoria académica e ideológica.
Su planteamiento era llevar a cabo una cohesión de todas las provincias que componen este territorio superando el ámbito provincial y autonómico (e incluso estatal), derribando límites que no se corresponden con la realidad natural y socioeconómica de esta área europea.
Quizás Jose Luis, como muchos de nosotros, anhelábamos esa Gallaecia romana que abarcó justamente ese noroeste ibérico plagado de castros y minas auríferas. Y es que da igual que hablemos de Laciana, Ribeira Sacra o Sanabria, este territorio de amarillos abedulares y tejados de losa, sigue unido en sus particulares circunstancias.
El noroeste ibérico, cuyo epicentro geográfico podría situarse en Ponferrada, sufre hoy una crisis demográfica, ambiental y económica casi única en el conjunto del Estado, exceptuando levemente los ejes costeros de dicha zona. ¿Por qué es debido?. Los factores son varios, pero hay uno que ha marcado tendencia, y no es otro que la falta de autonomía política de la Región Leonesa.
Y es que León ha sido y debería ser una pieza fundamental en el correcto funcionamiento del noroeste, cuyo centro geográfico, reitero, le corresponde a Ponferrada y no a Valladolid, que ha aprovechado muy sabiamente el vacío de poder y representación de León. Véase por ejemplo cómo la ciudad castellana ha conseguido obtener la ‘capitalidad’ ferroviaria del noroeste español a pesar de estar situada prácticamente en el centro-norte del país. O, por citar algún ejemplo más, nótese como la ciudad del Pisuerga maneja los fondos y parte de la gestión de la cooperación transfronteriza entre España y Portugal en vez de ser materias que deberían estar diseñadas por y para Zamora y Salamanca, que son las provincias que si lindan con nuestros hermanos portugueses.
El noroeste ibérico entrará en 2026 con los siguientes problemas que viene arrastrando desde hace décadas, a lo que se le suma uno nuevo:
El problema demográfico. Estamos en una de las áreas más despobladas del sur de Europa. Mantiene desde hace tiempo una de las tasas de mortalidad más altas y de natalidad más bajas del conjunto del Estado. La emigración forzosa por falta de oportunidades hacia lugares de costa o del centro de España se ensaña particularmente con León, Ourense y Zamora. Aportamos mucha mano de obra para los servicios públicos del Estado, formando brillantes cientificos y profesionales, que duramente pueden desarrollar sus vidas en su tierra.
El problema económico. Surgido especialmente tras el cierre de la minería de Asturias y León en los años 90 y principios de los 2000. Pero también derivado del cierre de infraestructuras vitales como el tren de la vía de la Plata, que vinculaba a toda la franja oeste de España de norte a sur. O la negativa gubernamental de suprimir el peaje León- Campomanes o no resolver el nudo ferroviario del Manzanal, entre otros. Aunque tenemos ciertos sectores, en el caso de León, con interesantes perspectivas como el farmaceútico, el campo de la biotecnología, la ciberseguridad, los productos agroalimentarios o el turismo rural, carecemos del apoyo decidido de admnistraciones como la autonómica, centrada, por ejemplo, en la industria automovilística de Castilla.
El problema medioambiental. Fruto del abandono rural, la falta de inversión en la materia y el `acelerón´ que ha tenido el cambio climático en la zona desde el año 2022. Esto ha conllevado a un aumento de los incendios en todo el noroeste, cuya zona más castigada sigue siendo el área lindante con Ponferrada, vasta área de montañas muy ricas en biodiversidad pero frágiles ante la falta de la lluvia y la nieve que sustentaba su equilibrio. A esto debemos sumar también que el noroeste se ha convertido en punto de mira para la industria energética, que ve este territorio como un perfecto solar para instalar sus macro parques eólicos, sin perder de vista los ansiados proyectos hidroeléctricos que cada ciertos años aterrizan en las cuencas del Sil, Esla o Navia.
El problema político. Se han construido fronteras sin sentido que desunen lo que siempre fue uno y cosen territorios que siempre fueron distintos. Y en mitad de todo ello, vemos como León sigue careciendo de un mínimo de autogobierno que repercute negativamente en los demás territorios del noroeste. Solamente hay que pasearse por las comarcas asturianas, gallegas y portuguesas lindantes con León, especialmente el suroccidente asturiano y el Tras-os-Montes portugués, para ver cómo afecta ese vacío de inversiones en infraestructuras y dotación de servicios públicos que padece la Región Leonesa y que irradia hacia lo que le rodea.
En definitiva, parece ser que se ha querido desmembrar el noroeste ibérico amputándole uno de sus pilares básicos: León. Escasas son las iniciativas politicas para darle la vuelta a la situación. Convendría retomar ese proyecto que nuestro paisano Jose Luis Prieto diseñó para revitalizar este territorio, estableciendo estrategias conjuntas y planes de acción en los que no intervengan otros centros de poder ajenos al territorio, puesto que la ubicación geográfica es la que es y, por mucho que muchos políticos lo intenten, no se puede engañar a la brújula, ni a las estadísticas ni al sentir emocional de las personas.