La idea de Alfredo Nobel de dejar su fortuna para premiar a los mejores es muy de agradecer. Desgraciadamente, muchos de los premiados pasan desapercibidos. No son tan famosos como los deportistas o cantantes, si bien los de literatura y los de la paz son algo más conocidos. En el caso de los de la paz, no todos son bien aceptados. No es el caso del más reciente, concedido a Corina Machado, que muchos hemos recibido con gran alegría. He visto a personas llorar de emoción al enterarse de la noticia. Realmente ha sido un gran acierto, habida cuenta de la insoportable tiranía que está viviendo la Venezuela de Maduro. Seguro que la decisión de la academia sueca es un gran puntal en orden a restablecer la libertad y la paz en Venezuela.
Corina ha demostrado una enorme inteligencia al llamar al desconsolado Trump, dedicando el premio a Él, diciéndole que lo merecía más que ella, por sus esfuerzos por la paz en Oriente Medio. Sin duda, esta llamada habrá aliviado su frustración, pues esperaba que le dieran a él tan precioso galardón. En todo caso, puede esperar a recibirlo el año que viene, si le echa una mano a Corina para largar a Maduro y si lo de Gaza da el fruto deseado.
No obstante, pudiera ser que haya más aspirantes al Nobel, como, por ejemplo, el Señor Rodríguez Zapatero, tan interesado por lo que ocurre en Venezuela como la Señora Machado. Así lo demuestran sus continuos viajes al país caribeño y su buena relación diplomática con el dictador bolivariano. A pesar de todo, entre una y otro hay notables diferencias. No es lo mismo arriesgar la vida en favor de su pueblo que aprovecharse de la miseria y opresión de un pueblo para enriquecerse. ¡Qué vergüenza! Y pensar que los que hoy dirigen los destinos de España consideran la dictadura bolivariana como un modelo a seguir, que son cómplices de los tiranos, que se sienten molestos e indignados porque se hayan reconocido los méritos de una mujer tan valiente, que ahora los pone en evidencia.
Tal vez, para contentar a todos, habría que inventar un nuevo premio Nobel: el premio a los que fomentan la discordia, la mentira, a la corrupción, la cobardía, a los que guardan silencio cómplice ante los sátrapas y dictadores, a los traidores de la patria. Solo son valientes para meterse con Franco, porque saben que Franco ya no puede meterse con ellos. A más de uno podrán molestar estas palabras, pero el silencio ante la actitud bochornosa de nuestros actuales dirigentes sería mucho peor. Ánimo, Corina.