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Del que no tuvo la palabra

09/12/2025
 Actualizado a 09/12/2025
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Hay cosas que están feas. Está feo hablar de alguien que no está y atribuirle palabras o hechos que ni ha dicho ni ha hecho sin posibilidad de que el citado se defienda. Está feo que lo dicho en su ausencia, siendo falso, se convierta en parte sustancial de un artículo de prensa sin verificación o contraste, como si fuésemos de otro planeta o no importase. Está también feo titular para enganchar, lo llaman clickbait en inglés, pero es señuelo que ya usan hasta las mercerías.

Me explico. Todo empezó este domingo cuando me escribió José Sevillano, citado en el texto como “maestro grabador de prestigio internacional”, para avisarme de que las palabras que constan dichas por él en el artículo de Pacho Rodríguez en el Diario de León sobre el coloquio a propósito de Eduardo Arroyo celebrado en la galería Ármaga no fueron pronunciadas por él y que ha pedido al periodista se rectifiquen. Acudo a leer el artículo, que desconocía, y en esas palabras que él no dijo (según afirma) desde su posición como “uno de los artistas leoneses con más sentido de la conciencia ciudadana” (sic) me acusa poco menos que de haberme opuesto a la instalación del conjunto de Arroyo en Puerta Castillo negándole el pan y la sal como artista, ya que “León negó su obra”, como proclama -oh, abominación- el titular. Yo mismo, citado dos veces entre otros nombres, debí encabezar la oposición a una instalación que habría colocado al lugar, y cito: “en la historia del arte”. Qué malos fuimos.

No es cierto, por supuesto. Personalmente he de decir que me gustan Arroyo y su obra, pero no es el caso ni es necesario reivindicarlos. Volviendo al asunto: mi única relación con un “cuestionamiento” al proyecto del artista fue manifestar dudas sobre la legalidad de su emplazamiento, pues, aunque no sé si lo saben el grabador y el periodista, existen un par de leyes de patrimonio cultural que impiden la adición de según qué elementos a edificios con la máxima protección. Como es el caso del Archivo o la Muralla. O como la Catedral ¿qué hubiera sucedido en el caso de pegar las esculturas a la Catedral o a San Isidoro? Pues, a efectos legales, es el mismo caso. Y, como funcionarios, debemos velar por la aplicación de la ley, guste o no. Fueron dudas normativas que, sin solventarse del todo y si no recuerdo mal, fueron convertidas por el promotor en justificación para retrasar o rediseñar un proyecto por otra parte, insisto, muy sugestivo. Así que no, lo siento, señores grabador y periodista, se trató únicamente de un gris debate sobre aplicación de una ley, una aburrida deliberación normativa como las que afectan a tantos asuntos relacionados con el patrimonio cultural. Acepto tus disculpas, José, pero, como suponía, nadie rectifica ni se disculpa en público. Por favor, no digan lo que no he dicho ni hagan con ello malabares para fabricar un malditismo del que creo vacunada la obra de Arroyo ni le hace falta. O, por lo menos, no lo hagan a mi costa.

Ps. El jueves, día 4, murió José Luis Coomonte. El silencio en León sí podría ser un agravio.

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