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No soy un robot

20/04/2024
 Actualizado a 20/04/2024
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Yo lo sé, pero ellos no. Tal vez es mejor decir ‘ello’. Por eso ‘ello’ me pide que teclee letras apenas inteligibles, como derretidas, o que busque semáforos en unas fotografías, o puentes. Cosas así. Podríamos decir que ese ‘ello’ es otro robot, pero sería más preciso aclarar que es uno de esos programas que saltan en algunas páginas de Internet y cuya función es indagar si soy humana o robota. Y parece que soy humana.

Espero que mi condición de humana no se determine por mi capacidad para encontrar semáforos o puentes en fotografías recortadas. Habría que hilar más fino, pero el programa no tiene tiempo para eso y yo tampoco. Así que hago lo que me dice y adelante.

Como estos días abrileños explosionan ya las ferias literarias, tengo claro que lo que buscamos en los libros son pistas sobre nuestra condición humana. Rastreamos en ellos cómo son los demás, cómo viven, cómo se comportan, cómo sufren. Para así conseguir vernos y entendernos a nosotros mismos de una forma más nítida. Queremos comprobar que no somos robots.

La escritora y periodista Carolina Prada, en el pregón de inicio de la Feria del Libro de Ponferrada que leyó hace unos días, habló de literatura y también de otra de las maravillosas creaciones humanas: la música. La música cuenta historias, pero es además un lenguaje misterioso que se comprende de otras formas, porque no hay historias -evidentes, al menos- en la música clásica o en el jazz instrumental.

Nunca nos van a faltar las historias, porque no somos robots. Al menos para leerlas, porque hay más libros que vida. Los que vivimos con un bolígrafo en la mano también esperamos que no nos falten para escribirlas. Yo confío en que no me ocurra como a Rulfo, que dejó de escribir y, cuando le preguntaban por qué, decía que se le había muerto el tío Celerino, que era quien le contaba las historias. Leticia Sánchez Ruiz lo cuenta en su libro ‘Fragmentos del mapa del tesoro’, sobre la biblioteca de Augusto Monterroso. Monterroso era un gran amigo de Rulfo y decía que intentó imitar ese gesto heroico de no escribir, pero que «la carne es débil».

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