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“No sin mi diputación”

27/02/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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¡Oh, Dios mío, que barbarie! Piensan los ‘peperos’ (y algunos socialistas) tras el acuerdo entre Pedro Sánchez, alias ‘corbata roja’, y Albert Ribera, ‘corbata azul’, que, entre otras cosas, establece la eliminación de las diputaciones provinciales si finalmente (chungo lo veo) llegan a formar gobierno. Tal es así que este sábado Astorga reúne, además de rusos, a alcaldes y concejales de la gaviota junto a sus representantes parlamentarios, nacionales y autonómicos, para manifestarse todos juntos y gritar aquello de ‘del barco de Chanquete no nos moverán’, traducido a la ocasión como ‘no si mi diputación’.

E imagino que en ese encuentro hablarán los representantes de los pequeños municipios apuntando la necesidad de la ayuda de esta institución para que sus pueblos no desaparezcan, para que pueda continuar la vida en el medio rural. Aquel que me sigue habitualmente sabrá a estas alturas de la película que pocas cosas me interesan más que el futuro de nuestras comarcas y pequeños pueblos, la ayuda que pueda llegar a las pedanías, a las aldeas perdidas de la mano de Dios siempre será poca; y la Diputación, efectivamente, juega, o debería jugar, un papel principal en esto.

Y no seré yo quien alabe la eliminación o supresión total de estos organismos, pero me parece que ese papel que juegan, su manera de organizarse y constituirse debería ser totalmente diferente. Sí, para hacer borrón y cuenta nueva. El caso de la diputación leonesa, imagino que será similar en otras, es simplemente de traca. Y creo firmemente que se ha mejorado con respecto al cortijo que tenía montado la difunta Isabel Carrasco. Martínez Majo me parece mucho más pegado al medio rural, esperemos que no se le olvide.

Pero seamos claros. Las diputaciones son órganos caciquiles, que funcionan por amiguismo y en donde nada se hace con criterios serios y en igualdad para todos. Si la preside el PP le irá mejor a los pueblos de ese color, si lo hace el Psoe tres cuartas partes de lo mismo. Empezando, como no, por los conceptos. En primer lugar, los ciudadanos deberían elegir a sus diputados y a su presidente. Su designio suena ya a tiempos muy pasados. Esto, señores, ya no puede funcionar así. El dedazo está presente a cada paso y a veces, muchas veces, parece que los pueblos son lo menos importante del asunto.

A mí se me revuelven las tripas cuando escucho que las subvenciones van a la Cultural Leonesa o al Ademar, equipos de la capital. O a organizar una feria en la plaza de toros de León, o a la organización de un motocross en el propio coso capitalino. Me suben todos los males cuando una empresa organiza un evento en la sala Caja España de la capital con el patrocinio de nuestra querida institución pero si esa misma empresa quiere ese evento para la sala Caja España pero de La Bañeza o de Veguellina ya no hay fondos. Que se puede esperar si la única premisa que la condiciona, ayuda a pueblos de menos de 20.000 habitantes, no se cumple, o lo hace a medias. Lo siento pero no. No trago con esta diputación. Cacique, nepótica, barroca, sobredimensionada, superpoblada de cargos de confianza a razón de 50.000 al año. Si esto va a seguir así yo prefiero que la quiten.

En muchas ocasiones se ha demostrado la solvencia de los ayuntamientos pequeños… ¿y si la Junta otorga sus fondos directamente a estos municipios? Pues quizás nos quitaríamos unos cuantos mangantes de en medio. Desde luego la teoría del papel de las diputaciones es maravillosa, pero los años (y que estamos en España, coño) han demostrado que el dinero se pierde por el camino.

Por no hablar de otros asuntos ya manidos como los parques de bomberos. Ahora, después de 15 años y con varias desgracias a cuestas, se quiere poner solución…veremos en qué queda.

Evidentemente a muchos zampabollos se les podría acabar el chollo. A los funcionarios eficaces el trabajo. En mano del Gobierno estaría la ardua labor de saber recoger la buena fruta y tirar a la basura la podrida. Diputaciones para el medio rural sí. Pero desde luego así, ¡no!
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