Hablando con El Quico, un guerrillero que va a cumplir 100 años en este 2.025, di en acordarme de lo poco que escuchamos a estos ancianos sabios y lo mucho que nos va a pesar a nada que se tuerzan las cosas, que se están torciendo.
Recuerdo a Carmen, que fuimos a verla porque iba a cumplir 108 años de los años noventa, que eran muchos tacos para entonces, y me dio la solución para no hacerle caso el médico cuando mirara ‘los analís’ y me prohibiera el chorizo, el jamón y todo lo que ellos dicen que me hace daño. Le hacían las nietas a la buena mujer una tarta y le comenté lo contenta que estaría.
- Mierda, eso es lo que me están haciendo. Yo lo que quiero es merendar chorizo.
- Mujer, el chorizo le hará daño.
- Te lo hará a ti que no vienes de pasarlas canutas; al mi estómago lo único que le hizo daño, toda la vida de dios, fue el hambre.
- ¿Qué me dice doctor?
¿Y Ricardo? Con 109 años le llevaron para la residencia.
- ¿Ya no te vales?
- Yo perfectamente;la que ya no se vale es la hija para cuidarme.
Pues el bueno de Ricardo tenía la solución para no morirse nunca. El buen paisano había hecho de casi todo en la vida, pero sin contrato, desde que llegó a la montaña como teitador.
- ¿Eras buen teitador?
- ¿Cómo que bueno? Teché una casa en Gete y me quedé dentro con la dueña.
Pues el paisano —que además había sido minero, pastor, albañil...— era el único que tenía respuesta para la inteligente pregunta de los periodistas cuando querían saber el motivo de su longevidad:
- Pues mira, como no cotizaron por mí para cobrar el ‘susidio’ tuve que trabajar hasta los 80 años;y ahora que me pagan por comer y dormir ¿tú te crees que me voy a morir? Si por los cojones;que en lleunés significa no.