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No dejen de creer

05/01/2022
 Actualizado a 05/01/2022
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Uno no deja de creer en los Reyes Magos cuando se entera de que el Oriente estaba en la Fábrica de harinas, que las capas sólo eran sábanas con estrellas pegadas, que los anchos bigotes no eran más que trazos de un corcho quemado y los suntuosos cofres apenas cajas de farias forradas con papel charol. Es comúnmente aceptado que dejar de creer es salir de la ignorancia, crecer. Sin embargo, yo creo que más bien se trata de una pérdida, un menguar. Y la prueba de que esto es así es que existen los poetas.Los poetas son aquellos para quienes la realidad de los objetos cotidianos, que todos vemos y creemos, es sólo epifanía, manifestación de otra realidad, la verdadera, que ellos sí pueden ver y en su generosidad nos revelan. Por supuesto que los Reyes Magos existen y quien haya dejado de creer en ellos es porque ha perdido el hilo luminoso de la vida. Qué es la ilusión más que un creer. ¿Qué sería de la vida en estos días de datos y big datas, en los que todo se mide y cuantifica, las personas también, sin la ilusión? Qué es soñar sino un creer. ¿Qué sería de la vida en estos tiempos de laboratorios y departamentos, sin los sueños?

Estoy convencido de que los pueblos, sobre todo las ciudades, serían espacios más amables y habitables si nadie hubiera dejado de creer en los Reyes Magos, porque entonces, nosotros seríamos más amables y habitables, mejores. No es el regalo el protagonista de la Noche de Reyes, sino la acción de regalar y lo que implica: pensar, tener presente, elegir, envolver, entregar, dar, coger, desenvolver, abrir, recibir, agradecer, ambos sonreír. Dar y recibir, esta es la gran lección de la noche de hoy y aprender a hacerlo sin compromiso y sin vergüenza. El regalo como epifanía, manifestación, de que nos importamos. Dar y recibir y poder hacerlo con cordialidad, aunque el jersey sea de una talla de más. Sin duda el mundo sería un lugar mucho mejor si aplicáramos esta lección.

Recuerdo un azulejo solitario en un pasillo que, aun siendo pequeño, era imposible que pasara desapercibido por la grandeza del mensaje que en él se leía: Aquí no puede vivir quien no sea capaz de apreciar lo mejor de los demás y de dar a los demás lo mejor de sí mismo. Esta es la esencia de esta noche. Tal vez una utopía, por eso es fundamental que sigamos creyendo. Queridos lectores, qué Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente sean generosos con ustedes y qué ustedes sean generosos.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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