Que TikTok Lite podría ser suspendido, es una noticia esperanzadora que acabamos de recibir, pero no nos frotemos las manos porque algo nuevo saldrá, con otro nombre y contenido análogo. La lucha está principalmente en casa y en los colegios, porque cuando algo se convierte en un negocio millonario, como ha sucedido históricamente con la droga, a los que se enriquecen con ello les da de lado quien consuma.
Cualquiera que haya observado a un adolescente usando TikTok sabe que es adictivo y embrutecedor. Cada día veo más casos de jóvenes incapaces de centrar su atención en alguna actividad más allá de un minuto, acostumbrados como están a hacer ‘scroll’ de una publicación a otra, todas distintas y muchas realmente ofensivas. ‘Shit posting’ llaman a un tipo de humor que carece de sentido y revuelve en un mismo post elementos dispares e ininteligibles. En estas publicaciones también se normalizan calificativos racistas y sexistas, a modo de broma. Si no captas la gracia de los sinsentidos, la razón es porque lo tuyo son los memes de hace diez años.
Si las drogas clásicas son un peligro del que protegemos a nuestros hijos, parece importante concienciar a la sociedad de que hay aplicaciones que son más perniciosas a medio y largo plazo que el consumo de cocaína o de éxtasis, y cuyos efectos vamos a ver de forma clara en los próximos años.
Son aplicaciones y juegos que forman perfiles adictivos, tendentes a la satisfacción inmediata, a precisar estímulos visuales y auditivos que a cualquier otra persona la volverían del revés, y a apostar como en un casino a pesar de la minoría de edad.
Después de bucear en algunas de estas aplicaciones, he descubierto que ofrecen a los usuarios puntos que actúan como refuerzo positivo si realizan determinadas conductas. Puntos que revierten en la propia aplicación o en otras asociadas en las que se pueden hacer compras, normalmente de instrumentos para el juego o para subir de rango en la aplicación. También utilizan sin escrúpulos ni límite de edad diferentes tipos de ‘cajas sorpresa’ que los usuarios compran por una pequeña cantidad de dinero y de las que obtienen herramientas para el juego. A la espera de que la próxima vez ‘les toque’ una de las mejores, repiten la compra una y otra vez, enganchados al sistema y perdiendo dinero por goteo. Es una especie de ‘rasca y gana’ para niños, en el que no se requiere talento alguno sino el azar y las probabilidades.
La reacción cuando se trata de apartar a un joven de estas aplicaciones y juegos es violenta. No saben qué otra cosa hacer y no quieren hacer otra cosa. Muchos han comprado el sueño de llegar a ser famosos y no les importa abandonar los estudios en busca de un futuro supuestamente millonario. Es una pescadilla que se muerde la cola y que finalmente requiere un rediseño del estilo de vida, de las amistades y de las actividades con las que el joven llena su vida. Es una desintoxicación en toda regla. No lo perdamos de vista mientras estemos a tiempo.