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El niño escritor

27/04/2024
 Actualizado a 27/04/2024
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Aquel niño averiado y mal estudiante guardaba un secreto que se desveló muy pronto: era un niño escritor. Y ocurrió que, con el complemento de los dibujos de su hermano, empezó a escribir novelitas. Esas novelitas se vendían tan bien que los dos hermanos no daban abasto a hacer copias. 

El éxito le llegó muy pronto a ese niño escritor. Y eso siempre es peligroso porque el éxito es un gas como el grisú de las minas de carbón, que puede hacer que explotes o que te asfixies. Y además aquel niño escritor, aquel niño raro, tenía una tremenda adicción a las bolas de anís y a un tabaco asqueroso con el que se pillaban «unas melopeas terribles».

Fue una suerte que aquel niño escritor sobreviviera a ese éxito temprano y a la caries para poder recoger esta semana el Premio Cervantes. Luis Mateo Díez, ahora ya lacianiego universal, había recordado a aquel niño escritor unos días antes, en una conversación en la Biblioteca Nacional en compañía del periodista Jesús Marchamalo. Lo hizo también en su hermoso discurso de aceptación del premio, en el que compartió su fascinación por escuchar y escribir, leer y contar.

Luis Mateo Díez, que fue hecho un pincel como había prometido, dijo que la infancia encaminó su destino de escritor. Un destino irremediable, aseguró. Y desde luego que pocos destinos se redondean tan cumplidamente como cuando llega un reconocimiento así. Que también resulta de la decantación de una vida dedicada a la creación, a unos territorios y a unos personajes, y que sus lectores celebramos, porque sentimos como propios a esos «héroes del fracaso». Porque, ante nuestras derrotas y nuestros tropiezos, también queremos aprender de ellos y no prescindir de la pasión de vivir con la que Luis Mateo los dota.

Como hizo Luis Mateo Díez en aquel recreo que frustró la nieve y durante el que escuchó a su maestro leerles ‘Don Quijote de la Mancha’, nos quitamos las madreñas y entramos en los territorios del niño escritor para escuchar lo que la voz cuenta y lo que la voz lee, libro en mano.
 

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