Cristina flantains

Ningún pájaro vuela demasiado alto si vuela con sus propias alas (William Blake)

04/06/2025
 Actualizado a 04/06/2025
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Imagínense una ciudad en la que todos sus habitantes se comportaran como si tuvieran el mismo sexo, fueran de la misma edad, del mismo color. Que todos tuvieran la misma procedencia, el mismo acervo cultural, el mismo idioma, los mismos rezos.

El mismo color de pelo, el mismo brillo de plexiglás en la cuenca de los ojos.

Los mismos horarios, los mismos trabajos, los mismos coches, las mismas casas.

Que fumaran el mismo tabaco, comieran el mismo pan, bebieran el mismo vino, la misma agua, la misma hambre, la misma sed… 

Que todos tuvieran los mismos deberes y los mismos derechos a ser como del mismo sexo, de la misma edad, del mismo color, con el mismo idioma y los mismos mandamases.

Y que estuvieran instituidos en sus instituciones y se organizaran para jugar a salir de viaje a los mismos sitios, en las mismas fechas, con idénticos motivos y las mismas razones. 

Sería, como una pesadilla, la parálisis del sueño. ¿Verdad? Una realidad distópica, aterradora. Muy mal síntoma. Un capítulo de ‘Black Mirror’.

Y ahora, júreme, que mientras leía esto, por un momento, no se le pasó por la cabeza, que es, que podría ser, que se parece mucho, muchísimo a lo que en realidad está usted viviendo.

Y que le ha ofendido una barbaridad que en la cuenca de los ojos, en vez de esa dulce mirada de perrillo doméstico con la que se encuentra todos los días mientras se lava los dientes, le haya adjudicado el mediocre brillo del plexiglás.

Y que ahora está enfadadísimo, porque ¡quién soy yo para señalarte a usted en ese escenario!

Que, sin embargo, es tan real. Admítalo, aunque sea solo mientras dura esta lectura, y fíjese dónde se quedó nuestra esperanza de cambiar eso y luego, vuelva si quiere a su suburbio ( y yo al mío):

Cuatro mujeres y tres niñas han muerto tras volcar un cayuco en el puerto de La Restinga, en El Hierro. La embarcación contaba con más de un centenar de personas a bordo

No es la primera vez que ocurre. 

De hecho, esta tragedia se produjo ocho meses después del naufragio de un cayuco con 84 personas, donde solo sobrevivieron 27 personas.

Esas gentes que vienen a salvarse de lo suyo y a salvarnos de lo nuestro.

Dice Eduardo Galeano: Desde siempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otro mar, y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.

No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano.

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