08/08/2023
 Actualizado a 08/08/2023
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Narciso Michavila es uno de sociólogos más prestigiosos en el tema de las encuestas, de los que suelen clavar los datos en todo el mundo. Apenas se cerraron las urnas el pasado 23 de julio, aseguró la mayoría absoluta de los dos principales partidos de la derecha, pero poco a poco su rostro se iba transformando, incrédulo y desconcertado, ante los datos reales, viendo cómo ganaba el partido de otro narciso o narcisista apellidado Sánchez. Y, aunque después el marcador fue dando la vuelta, se encontró con que Feijóo y Abascal, aunque ganadores, quedaban muy por debajo de las expectativas. Resignado, Michavila asumió prudentemente lo que veía, sin atreverse a hablar de pucherazo, a pesar de que Sánchez ya se había curado en salud, diciendo, antes de las votaciones, que seguro que le acusarían de hacer trampas.

Pero no se equivocó el sociólogo cuando afirmaba que el Partido Popular por sí mismo no alcanzaría la mayoría absoluta, sino que ésta solamente sería posible con el apoyo de VOX. Pero también Feijoo pecó de narcisismo y autosuficiencia no haciendo caso, muy seguro de estrenar en breve colchón en la Moncloa. Vendió la piel del oso antes de cazarlo. Tan seguro estaba que menospreció la oportunidad de asistir al debate que se hizo en la cadena pública. Si en el primer debate puso nervioso a su oponente, en el segundo Sánchez se sintió seguro y relajado, ya sin la presencia del gallego. 

Por otra parte, mientras que Pedro y Yoli no disimularon su buen entendimiento entre ambos, Abascal se quedó solo. Entre tanto, fuera del plató, los del PP, con la extremeña Guardiola a la cabeza, no han parado de hacer ascos y estigmatizar, como si de apestados se tratara, a los que estaban llamados a ser sus socios naturales. En el pecado llevan la penitencia. Parece que los asesores de Feijoo, a la hora de gestionar sus relaciones con VOX, son los mismos que blanquean cínicamente a Sánchez cuando pacta con la ultraizquierda enemiga de España. El partido de los acomplejados sigue el guion que le trazan sus enemigos. Y todo parece indicar que seguirán lo mismo. No aprenden. Claro que en las filas de Abascal puede haber algún extremista y bocazas, pero la mayoría son gente preparada y sensata. Sin complejos.

Dicho lo anterior, no dudamos de la amoralidad de quien hará todo lo posible por seguir gobernando, aun habiendo perdido las elecciones. No obstante, hemos de atribuirle alguna cualidad: es malo, pero listo; mientras que otros parecen más bien un poco cortos y acomplejados. 

 

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