Secundino Llorente

Nápoles, Costa Amalfitana y Roma

22/05/2025
 Actualizado a 22/05/2025
Guardar

Decidimos volver a Italia una vez más. No diré «la última», pero este año el postre nos ha dejado demasiado buen sabor de boca y prefiero no estropearlo. Elegimos la Costa Amalfitana, un paraíso inconfundible donde los pueblos, entre paisajes idílicos, parecen de postal o creados por la Inteligencia Artificial. Cincuenta jubilados me han dado su confianza para organizar este viaje y visitar Nápoles, Pompeya, Capri, Positano y Amalfi en la primera quincena de mayo. Muchas gracias a los cincuenta por darme esta oportunidad por sexta vez.

Si algún lector sueña con unas vacaciones ideales, en algún lugar cercano al mar, con buena gastronomía y pueblos con encanto, de esos del Mediterráneo que enamoran a primeva vista, este es vuestro viaje. Si lo que queréis es una interesante combinación de naturaleza y cultura y, si además sois unos enamorados de Italia, como nosotros, y os gusta el carácter alegre de su gente, yo os recomiendo un lugar que reúne todas estas características y se llama Costa Amalfitana. Me da miedo describir este paisaje y no encontrar las palabras para reflejar tanta belleza. Aún tengo en mi retina y en mis fotos el viaje en barco, porque el autobús no puede entrar en aquellos pueblos colgados en la ladera. Parece que la exposición estaba preparada para nosotros, precisamente para esa semana, en la que pudimos contemplar su mejor color. Hemos quedado enamorados de este pequeño rincón del mundo. Me gustaron Capri y Amalfi, pero no me sorprendieron. Yo me quedo con Positano, posada entre riscos decorados con un mar azul. Su hermosura natural, llena de flores y limoneros, junto a sus casas y edificios colgados sobre el mar, crean una estampa digna de una postal y el escenario perfecto para llenar el álbum de fotos de una fantástica luna de miel. Cada turista recuerda sus viajes de una forma subjetiva y personal. El regalo de una semana en Positano, en una habitación con vistas al mar, esperando por la mañana su brillante amanecer y, cada noche, el atardecer evocando paisajes de cine, es un sueño de lotería. Quedé sorprendido de los pequeños rincones donde perderse y disfrutar de imágenes que te dejan sin aliento. Los teléfonos echaban humo haciendo fotos. Estábamos gozando de unos paisajes de pura magia. 

Algo tendrá esta zona por lo que está tan de moda y llena de turistas de todo el mundo. En la primera semana de mayo ya hemos podido comprobar este boom turístico. Las calles estaban llenas de americanos, chinos, japoneses, alemanes y, también, españoles. ¿Cómo estará en julio?

Nápoles, plagada de arte e historia, nos impresionó gratamente y debe visitarse sí o sí. Dos días fueron pocos. Yo me quedo con dos momentos en los que todo el grupo emocionado seguía con los auriculares brillantes explicaciones de nuestra guía, Mariam, capaz de hacernos ver con claridad todo lo que nosotros no vemos: ‘Las Siete obras de misericordia de Caravaggio y el Cristo Velato’. 

El Vesubio, un volcán activo situado frente a la bahía de Nápoles, viene a ser el emblema de la ciudad porque se ve desde toda la zona. Me encantó recorrer Pompeya porque es viajar en el tiempo y descubrir cómo era la vida durante el Imperio Romano. Tengo la sensación de que el paraíso de la Costa Amalfitana no sólo ha quedado grabado en los miles de fotos del viaje, sino que también ha dejado un recuerdo y una huella entrañable en este encantador grupo de jubilados que hemos quedado enamorados de este pequeño paraiso. 

El final de nuestro viaje fue tres días en Roma. Es muy difícil superar ese postre para un recorrido turístico. Íbamos camino de Roma cuando salió la FUMATA BLANCA. Ese domingo, después de la misa en la basílica, fuimos testigos en la Plaza de San Pedro de las primeras palabras del Papa León XIV. No se puede pedir más. Roma estaba cambiada: nunca tanta gente, tanto ruido, tanta música y tanta vida. Fuimos unos afortunados en todo. A pesar de la fama napolitana, no tuvimos ningún contratiempo desagradable en toda la semana. Nos acompañó el buen tiempo. La calificación de sobresaliente es unánime en el grupo. En mi opinión son muy variados los factores que influyen en el éxito o fracaso de un viaje turístico, pero yo destacaría dos: «Belleza y compañía». Es importante ir sorprendiéndote con las maravillas que te vas encontrando: valles, ríos, pueblos, catedrales, palacios, paisajes, calles empedradas o flores. Pero más importante aún es ir bien acompañado, con amigos alegres, generosos, colaboradores, respetuosos y en buena convivencia. En el grupo de Whatsapp del viaje se repiten las sensaciones de «armonía y buen rollo». Placer, goce, satisfacción, deleite o agradecimiento por haber viajado en una alfombra mágica por lugares deliciosos y paradisíacos. «Nuestro viaje es especial y único». La sensación general era que, por encima de toda la belleza que hemos admirado, está la unión, la amistad y la piña que se ha formado en este grupo, como una familia siempre desinteresada, alegre y unida. Estos ocho días han sido un privilegio para mis cincuenta afortunados participantes y, especialmente, para mí. Muchas gracias.

Lo más leído