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Nadie sabe nada

05/02/2016
 Actualizado a 10/09/2019
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Decía Bolaño que hay momentos para recitar poesía y momentos para boxear. Por lo que se ve, los testigos de la Diputación en el juicio por el crimen de Carrasco andan con los versos. Nadie sabe nada, nadie oyó nada de lo que se cocía en Palacio, nadie recuerda nada de lo que se han hartado de cotorrear por todo León.

En la Audiencia no se juzgan las maneras despóticas de Carrasco, ni su estilo, ni su manera de hacer política, ni otras cosas. Cierto. Pero ya que testifican de ello, resulta extraño que todos padezcan ese olvido selectivo con el que evitan que se les pregunte si fueron cómplices de algo.

Curiosamente, los periodistas leoneses también somos desmemoriados, así que tienen que venir los de El País para escribir un poco más  (poco) de lo que pasaba en Diputación, en León, y por qué y quién lo consentía. Y a estas alturas, quién puede creer que una sola persona manejaba todo y el resto sólo padecía en silencio.

O quizá es que todos tendríamos tanto que decir que mejor callamos. ¿Silencio por respeto? ¿Por pudor? ¿Por vergüenza –ahora– de lo que tantos tragaron y alentaron? Nadie hablará de ella cuando haya muerto asesinada. Antes, por miedo. Y ahora, para qué, dicen. Que «el pasado, pasado es».

Nos quedamos afónicos de chismorrear chanchullos y corruptelas de aquella era pero ahora urge pasar página a los que trincaron, a los que posaron, a los intermediarios, a los que consintieron, a los que pillaron por no contar. ¿Y de cierta herencia, tampoco se cuenta nada? Otro poema.
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